El nuevo final del calendario maya y las civilizaciones aún por descubrir


En esta sección aclaramos cómo el pasado 21 de junio se señaló como el verdadero final del calendario maya, asunto que se viene hablando desde el 21 de diciembre de 2012 cuando se dio como fecha oficial.
También analizamos un cálculo que han realizado dos atrofísicos donde han determinado que podría haber 36 civilizaciones como la nuestra esparcidas por el cosmos y el por qué todavía no hemos contactado con ninguna de ellas.

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Queda una semana para el fin del mundo… según otra interpretación ...



Desde que el ser humano es ser humano siempre ha habido numerosas fechas señaladas para el fin de su existencia. Concretamente debemos acordarnos del comienzo del milenio o la más reciente aquel 21 de diciembre de 2012 que se catalogó como “final de ciclo” en el calendario maya y aquello provocó una histeria global en la que gente compró búnkeres o fueron en masa a lugares sagrados a rezar ante el inevitable Apocalipsis que no llegó y que dio hasta para el guión de una película.

Pues bien, obviamente con todo lo que hemos pasado solo nos quedaba por saber si la pandemia de COVID-19 iba a ser un posible pronóstico del fin del mundo y hace unas semanas surgió la información de que el 21 de junio pasado iba a ser el final de algo.
Todo surge cuando un científico estadounidense, Paolo Tagaloguin, anunció en su Twitter que al haber descubierto un error en la adaptación del calendario maya al calendario gregoriano, que es el que actualmente se utiliza en casi todo el mundo desde el sidlo XVI aproximadamente, se han dejado de sumar 2.948 días y que ese fin del calendario coincidiría con esa fecha ya pasada.



Esta afirmación le ha costado al científico el cierre de su cuenta de Twitter pero que inmediatamente volvió a crear otra, simplemente por twittear este cálculo que contó así:
"Siguiendo el calendario juliano, estamos técnicamente en 2012... El número de días perdidos en un año debido al calendario gregoriano es de 11 días... Durante 268 años usando el calendario gregoriano (1752-2020) por 11 días = 2,948 días / 365 días (por año) = 8 años”

Inmediatamente la NASA sale a la palestra negando cualquier final de algo (ya lo hizo con supuestas profecías anteriores) pero sí confirma a través de uno de sus expertos en el fenómeno del fin del calendario maya que lo que ideó aquella civilización es algo difícil de descifrar pero que también era su interpretación de numerar las fechas y los cambios. Siempre se ha dicho que los mayas daban un fin para una determinada fecha y a partir de ahí comenzaba un nuevo ciclo sin tener que destruirse el planeta, pero otros más seguidores de la mística y de la espiritualidad cuentan que “ellos sabían de los cambios internos que se producían en la Tierra y que eso producía un nuevo renacimiento, una nueva forma de pensar o cambio interno, o una llegada de algo”. Como ven, todo es cuestión de interpretación.

Obviamente, por mucho que la NASA trate de aclarar el asunto hay inmensa cantidad de gente que no hace caso a esta organización por estar vendida a las fuerzas gubernamentales de Estados Unidos que nos “llevarían mintiendo desde hace décadas de muchísimas cosas relacionadas con el asunto extraterrestre y otras más para que no evolucionemos”.

Raramente hay algún mes en concreto, alguna fecha o año que comienza que no tenga profecías sobre el fin del mundo. Este no iba a ser menos con todo lo que hemos pasado y que algunos han aprovechado para lanzar sus profecías al aire e incluso vaticinando que va a llegar una pandemia peor que la del covid.

El eclipse solar relacionado con la profecía

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El eclipse solar visto este pasado 21 de junio ha sido denominado por los expertos como una verdadera obra de arte dentro del mundo astronómico y que ha podido ser visto en el sureste de Europa, África, Asia y Oceanía. Este fenómeno ha sido relacionado con ese “final de los tiempos”, que como ven, no llegó otra vez más pero nos dejó una bonita estampa que no se repetirá hasta dentro de unos años.

Existen 36 civilizaciones como la nuestra ahí fuera, ¿pero por qué todavía no hemos dado con ninguna de ellas?

La Vía Láctea podría albergar unas 36 civilizaciones inteligentes ...
Christpher Conselice. // Fuente: TN.com

El astrofísico británico Cristopher Conselice y su colega Tom Westby han desarrollado un método para calcular el posible número de civilizaciones extraterrestres en nuestra galaxia, así como las razones por las que aún no las hemos encontrado. Ese estudio ha sido publicado en The Astrophysical Journal y podría ser una teoría muy interesante a tener en cuenta de aquí al futuro porque de todas las elucubraciones que hemos escuchado con la posible vida de inteligencia extraterrestre ésta al menos se aventura a confirmar que existen a través de la matemática.

¿Y cómo lo han realizado? Pues esta pareja de científicos han desarrollado una métrica llamada Límite Astrobiológico Copernicano y con ello han calculado la probabilidad de que exista vida inteligente en otros planetas extrapolando las características que tiene nuestra propia civilización al resto de la galaxia. Es decir, es como si alguien que se sintiera único en su forma de pensar, de actuar, en su nivel físico y estilo de repente llegaran otro y le bajaran los humos o rompieran ese esquema de filosofía individualista para decirle que es probable que haya alguien como él en otra parte y no lo sepa. Pero volviendo al estudio…
Partimos de la base de que los seres humanos vivimos en un planeta con terreno rocoso rico en metales con un gran porcentaje de agua, condiciones propicias para albergar vida de cualquier tipo como así tenemos. Y estamos a merced de una enana amarilla o estrella tipo espectral G2 que es nuestro Sol que es el que nos ayuda a que esa vida florezca y nos hace sentir felices y maravillados de nuestro ecosistema porque si viviéramos en un mundo oscuro sin luz, no sería la cosa igual.

Pues bien, estos astrobiólogos intuyen que en otros planetas bajo el amparo de estrellas quizás más fuertes que el Sol pueda haber vida a un nivel más extremo. Lo que pasa es que el estudio que han realizado tanto Conselice como Westby se ha limitado a unas condiciones similares a las que tenemos y con una estrella como es nuestro Sol. Ambos han usado la pura lógica que estamos viviendo desde miles de años con toda nuestra evolución de fondo. Ese ha sido su cálculo inicial: las condiciones para que surja la vida.
Entonces aplicando el número de estrellas y planetas hasta ahora descubiertos han aplicado el Límite Astrobiológico Copernicano Débil que les ha dado una cifra de miles de millones de potenciales civilizaciones que podrían estar viviendo en condiciones mucho peores o iguales a la nuestra.

Entonces para acotar aún más esa cifra que parece infinita no sabremos cuántas de esas civilizaciones puede que estén surgiendo, ya que al igual que ha pasado en la Tierra se han necesitado 4.500 millones de años de evolución donde ha habido muchos cambios en la estructura del planeta y en sus condiciones de vida. Así que una vez acotado el número de estrellas de la galaxia y ese nivel de inteligencia en esas especies para, como hemos hecho nosotros, enviar mensajes al cosmos han aplicado el Límite Astrobiológico Copernicano Fuerte y les sale la cifra de 36 como la cantidad mínima de posibles civilizaciones como la nuestra viviendo en algún lugar de nuestra galaxia quizá con mejores condiciones que la nuestra y quizá más inteligentes.

Entonces la pregunta que surge como conclusión es clara, si hay 36 civilizaciones como la nuestra ahí fuera, ¿por qué no hemos hallado indicios de ellas? Según dice el estudio la respuesta estaría en la velocidad de la luz. Ya que las señales de radio que hemos emitido al espacio están compuestas de radiación electromagnética y pueden viajar a esa velocidad que es efectiva para el universo pues lo que está pasando es que esas primeras transmisiones que enviamos hace unas décadas todavía no hayan recorrido ni la mitad de ese viaje hasta que alguna civilización lo capte. Y ese cálculo lo han hecho también estos astrobiólogos y les ha salido que la distancia media entre una y otra puede ser de 17 mil años luz. Por lo que hasta que llegue una señal como las muchas que hemos enviado pueden tardar cientos de años en llegar.

Así que la solución sería mejorar la calidad de esas transmisiones y utilizar una tecnología más potente para que algún día podamos contar con alguna de estas formas de vida inteligente si es que de verdad existen. Conselice aclara que:

“Nuestro estudio sugiere que la búsqueda de civilizaciones extraterrestres inteligentes no solo es la búsqueda de formas de vida. También nos daría claves sobre cuánto tiempo puede sobrevivir la nuestra. Descubrir que la vida inteligente es más común de lo que pensamos significa que nuestra civilización puede existir mucho más tiempo que unos pocos cientos de años. Del mismo modo, descubrir que no hay otras civilizaciones en nuestra galaxia sería una muy mala noticia para nuestra supervivencia a largo plazo. Buscar vida inteligente extraterrestre, incluso si no la encontramos, es tratar de averiguar nuestro propio futuro y destino como civilización.”

De ahí la importancia de seguir creando programas de búsqueda de inteligencia extraterrestre como el SETI y similares, porque si al final no somos nosotros los que consigamos contactar, puede que finalmente sean “ellos” si están más avanzados.







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