El incidente Mantell y el caso de Javier Bosque

En este dossier os cuento dos casos ovni muy famosos en su historia, distintos en su proceder, en el tiempo y en la manera en como sus dos testigos principales lo vivieron.

El capitán Thomas F. Mantell fue la primera víctima al perseguir un objeto extraño a cierta altura cuando lo persiguió con su P-51 sin éxito y costándole la vida.

El joven Javier Bosque se encontraba en su habitación como una noche cualquiera leyendo y de repente fue testigo de algo insólito que entró en su habitación y que le marcó de por vida.

Dos casos muy recordados al que homenajeamos recordando también dos libros que influyeron a muchos investigadores de la ovnilogía.

 

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De los numerosos casos ovni que existen a día de hoy, con sus patrones de aparición, sus diferencias, sus testigos,… siempre se cumple la norma de que no hay dos casos iguales. Puede haber similitudes en algunas cosas, pero no tenemos dos casos ovni iguales ya que las descripciones del objeto en cuestión cambian, el momento en que se produce también cambia y el método en cómo se produce siempre es interesante porque es único en su especie. Es curioso, pero en 73 años de la historia moderna de los ovnis (desde aquel primer avistamiento en 1947 de Kenneth Arnold que produjo un nuevo paradigma en este tema comenzando el fenómeno de los “platillos volantes”, de la ufología y de las publicaciones de estos objetos en las empresas de entonces) el fenómeno continúa como un enigma aunque ya no con tanta fuerza como antes. Eso es lógico y normal, porque la tecnología tiene mucho que ver. El tema OVNI siempre es algo que da mucho de sí porque se dice que son 73 años desde aquel caso pero, ¡ojo! Se recogieron casos antes de esa fecha y luego están los denominados “ovnis en la historia pasada” o también “los ovnis en el arte”. Así que en este breve dossier nos vamos a basar en uno muy especial, que quizá no tuviera la repercusión de aquella flota de “platos voladores” que vio Arnold en el mes de junio de 1947 o el famoso incidente de Roswell (Nuevo México) pero que sembró la semilla del terror en este asunto cuando el que ve ese objeto volador y se centra en él, acaba muriendo. Recordamos el caso/incidente ovni de Mantell.




7 de enero de 1948. Estado de Kentucky (USA). Un Informe de la Patrulla de Caminos llega de repente al Aeródromo de Godman en Fort Knox que informa sobre un objeto inusual cerca de la ciudad de Maysville del mismo estado. Ese objeto es descrito de forma circular, de unos 80-90 metros de diámetro. Ese objeto es visto sobre las 13:45 horas por el sargento Quinton Blackwell en la torre de control de ese aeródromo. Les respalda el testimonio de otros dos testigos que desde esa misma torre observan un objeto blanco en la distancia. “Muy blanco”, es el adjetivo que aporta el comandante de la base, Coronel Guy Hix, que describe además que su tamaño era “cerca de una cuarta parte del tamaño de la Luna llena” y que cuando lo vio con sus prismáticos ve como “un borde rojo en la parte inferior” y que estuvo quieto “durante media a una hora aprox.”. En cambio, desde el Aeródromo del Condado de Clinton en Ohio (estado vecino a 4 horas de viaje) vieron también ese objeto como “un cono rojo llameante arrastrando, tras de sí una niebla verde gaseosa” y que permaneció en el cielo “durante unos 35 minutos”.

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Un P-51 como este pilotó el joven Thomas F. Mantell el día que persiguió y falleció a raíz de un objeto volante no identificado.

De ese mismo aeródromo de Fort Knox se les da la orden a cuatro aviones modelo P-51 Mustang pertenecientes al 165º Escuadrón de Cazas de la Guardia Aérea Nacional de Kentucky, que ya estaban en el aire, para que se acercaran al objeto. Uno de esos cuatro pilotos era Thomas F. Mantell Jr., piloto joven y experimentado con 2.167 horas de vuelo y honrado por su participación en la batalla de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. El protagonista y testigo principal de esta historia. Qué paradoja la de este miembro de la Guardia Nacional de Kentucky, que además de convertirse en el primer miembro en morir en una misión de vuelo por perseguir aquel misterioso objeto nació y murió casi en el mismo lugar, en el área de Franklin. Todo un verdadero Expediente X que vamos a desgranar con la ayuda de dos libros y con la documentación difundida sobre este caso.

Mantell no estuvo solo en esta misión, pero el destino hizo que se quedara solo ante aquel fenómeno asombroso que acabaría con él. Uno de aquellos pilotos abandonó pronto aquella operación de reconocimiento por tener poco combustible. Y los otros dos, vieron el objeto pero no de la misma manera como lo vio nuestro protagonista. El teniente Albert Clemmons, con el oxígeno de su máscara bajo, y el teniente Hammond, deciden suspender la búsqueda con 6.900 metros de altitud. Pero en cambio, Mantell siguió subiendo. Ignoró las sugerencias de sus compañeros de que debía nivelar su altitud y el riesgo que supondría. Pero él siguió tras aquello, y alcanzó los 7.600 metros, algo fatal para un ser humano con la tecnología de entonces. Así que el piloto, una vez alcanza esa altura se desmaya debido a una hipoxia y su avión comienza a caer en espiral hacia el suelo y se estrella en una granja al Sur de Franklin, en la frontera del estado de Kentucky con el de Tennessee. Ese accidente fue visto en directo por un testigo que dijo que aquel avión estuvo descendiendo de forma tan brusca y dando vueltas sobre sí mismo.

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El joven Thomas F. Mantell fue un piloto de contrastada experiencia, pero aquel día le pasó algo excepcional que acabó con su vida.

El joven Mantell falleció dentro de su P-51 en aquel accidente brusco. Los bomberos que acudieron al lugar sacaron su cuerpo del aparato. El reloj del avión marcaba las 15:18 horas, momento del choque. A las 15:50, aquel OVNI que persiguió el piloto antes de su caída ya no fue visible para los observadores del aeródromo Godman. Rápidamente, el suceso fue reportado por distintos periódicos de la época y el sensacionalismo comenzó a trascender en este caso por ejemplo con afirmaciones de que lo que vio Mantell no era un OVNI sino un misil soviético, que aquella nave atacó al avión del piloto y por eso cayó, que al piloto lo acribillaron a balazos, que su cuerpo desapareció o que la nave se desintegró debido a la radiación. De todos esos bulos y falsas informaciones de aquella época, la Fuerza Aérea salió rápidamente con su investigación y desechó todos esos titulares y falsas afirmaciones. “

Se dijo que… el cuerpo de Mantell no se había quemado, no se desintegró, y no estaba llena de agujeros, los restos del accidente no era radiactivos, ni estaban magnetizados”. Capitán Ruppelt

El capitán Ruppelt escribió por entonces que el ya conocido como ‘Incidente Mantell’ era uno de los “clásicos” casos ocurridos con OVNIS de aquel año junto al encuentro Chiles-Whitted y el ‘Incidente de George Gorman’. Tres casos diferentes entre sí pero que confirmaron en el año 1948 (un año después de la primera flota vista por Kenneth Arnold) que el fenómeno era físico y la mente del público ya comenzaba a entender el asunto. Hubo voces que interpretaron aquel trágico accidente como una muestra concreta y demostrable de la hostilidad que pueden presentar las visitas de seres extraterrestres pilotando esas naves. Algunos achacaron aquello a un efecto electromagnético quizás nunca antes visto, a una tecnología que puede no ser de aquí y que sin querer, provocara el accidente del pobre Mantell.

-       He visto el objeto. Lo tengo sobre mi cabeza. Trataré de aproximarme a él para verlo bien. Ahora lo tengo enfrente. Parece metálico…es de un tamaño tremendo… Ahora se eleva y va tan rápido como yo (580 km/h). Voy a subir hasta 6.000 metros. Si no puedo alcanzarlo abandonaré la persecución.

La supuesta llamada de Mantell por radio a la torre de control del aeródromo contado en el libro El ovni y sus misterios, de Fabio Zerpa. El nivel de altura fue providencial para que esta misión no fructificara, porque los otros dos pilotos que siguieron el objeto junto a Mantell abandonaron pronto por no ir equipados con mascarilla de oxígeno, mientras que el joven Mantell, decidió seguirlo como hipnotizado por lo extraordinario. Toda esa acción se llevó en el cielo, mientras que en tierra, algunos observadores en la distancia como el coronel Hix lo llegaron a describir de esta manera:

-       Tenía la forma de una sombrilla, la mitad del tamaño aparente de la Luna, y era de color blanco, excepto una banda colorada que parecía girar.

Thomas F. Mantell nunca pudo alcanzar aquel objeto perdido entre las nubes a una gran velocidad. No le dio tiempo a abandonar esa persecución como ya había avisado. Y en cuanto a la forma de estrellarse, algún que otro testigo presencial dijo que el avión parecía haberse desintegrado en el aire antes de tocar tierra.

En una misión que al principio el piloto no dio mucha importancia, la clave estuvo en esa pérdida de conciencia del capitán Mantell una vez continuó ascendiendo, superando los cuatro mil quinientos metros de altura, hasta que su aparato no pudo con la presión y el descenso, ya con el piloto inconsciente, se produjo en espiral cerrada. Ese descenso, acompañado por una velocidad excesiva, produjo la desintegración del avión. Como primer análisis técnico e inicial, así se contó, porque Mantell nunca recobró su conciencia y murió en el acto sin poder escapar de la cabina. De ahí que se destacara el estado intacto de ésta y la idea de que aquel objeto volador no identificado no fuera el causante directo del fallecimiento del piloto en plena misión de reconocimiento, sino a la falta de oxígeno y su empeño en perseguirlo.

La hipótesis de Venus

El reflejo de Venus siempre ha sido confundido con un "ovni".


Más tarde, las explicaciones oficiales empezaron a llegar. Como la que dijo el mayor Jere Boggs de que el capitán Mantell pereció mientras perseguía al planeta Venus. El primer grupo de investigación de la Fuerza Aérea asignado para investigar los informes OVNI, conocido como el Proyecto SIGNO, adquirió toda la documentación y testimonios del ‘Incidente Mantell’ y rápidamente dieron con la respuesta de que lo que persiguió aquel F-51 no fue más que la luz procedente del planeta Venus. Y aquello se convirtió, finalmente, en el final del caso Mantell. Dijeron que: “bajo condiciones atmosféricas excepcionalmente buenas, y protegiéndose los ojos de los rayos directos del Sol, puede verse a Venus como un brillante punto luminoso extraordinariamente diminuto. No obstante, las posibilidades de mirar al punto donde se halla son muy escasas. Se ha dicho extraoficialmente que el objeto que perseguía Mantell era también un globo sonda de los utilizados por la Marina para efectuar estudios sobre los rayos cósmicos. Si esto pudiese demostrarse, resultaría una explicación más convincente. (Fragmento del libro El ovni y sus misterios de Fabio Zerpa, pág. 27).

La hipótesis de Venus ha aparecido en cantidad de episodios con encuentros voladores no identificados. Es cierto que en ocasiones se ha confundido con una gran bola de luz quieta en el cielo que ha asombrado más que a la misma Luna, pero esa hipótesis cae cuando los testigos ya cuentan que la luz se movía o que el objeto desaparece en cuestión de pocos minutos. En Proyecto Libro Azul, el Dr. J. Allen Hynek, astrónomo y consultor científico tanto del Proyecto Signo como de Libro Azul, proporcionó la explicación de Venus en aquel 1948 por haberse manifestado en el cielo el mismo día en que Mantell vio y persiguió aquella luz. Sin embargo, en 1952, cuando se pone en marcha el famoso Project Blue Book (Proyecto Libro Azul) con Allan Hynek y el capitán de la Fuerza Aérea Edward Ruppelt, vuelven a investigar el caso Mantell y concluyen en que “Venus no era lo suficientemente brillante para ser visto por Mantell y los otros testigos, y debido a una neblina considerable que estuvo presente ese día, habría oscurecido aún más el planeta en el cielo”. Por lo tanto, la explicación que se había mantenido como firme desde hacía cuatro años, ahora era “incorrecta”. Así que, ese ‘punto de luz’ que ha mostrado Venus en muchas ocasiones, quizá aumentado en la profundidad de la noche, en ese mediodía no se justificaba como aquel objeto grande que presenciaron todas aquellas descripciones de todos aquellos testigos en aquel 7 de enero de 1948. Todos coincidieron en que “no fue un simple punto de luz en el horizonte”.

El Incidente Mantell visto por el Proyecto Libro Azul

El famoso libro Proyecto Libro Azul trata el caso de Mantell en sus primeras páginas.


Ahora que se ha puesto de moda el Proyecto Libro Azul con esa serie que está ya en su segunda temporada y que muy al estilo de ‘Expediente X’ trata de una forma ficticia explicación a esos numerosos casos que ocurrieron desde principios de los años cincuenta en adelante. El libro se ha convertido en estos momentos en un documento imprescindible para los amantes de la ufología y uno de los que hay que comenzar a leer para entender cómo comienza el fenómeno, cómo a las Fuerzas Aéreas Norteamericanas les llamó tanto la atención de los sucesos acontecidos en el cielo y cómo muchos militares y pilotos fueron partícipes y víctimas de aquellos ovnis. En el segundo capítulo de este libro (después de analizar todo sobre aquel primer avistamiento oficial de Kenneth Arnold), llegamos a lo que titularon como ‘EL PRIMER MÁRTIR DE LA OVNILOGÍA’. Los “platillos volantes” (aquel término acuñado por los medios de comunicación de la época cuando el mismo Arnold los denominó así), estaban siendo objeto de debate en todos los lugares del mundo, inclusive, dentro del cuerpo militar. Por ejemplo, en el libro encontramos partes de documentos que relatan los hechos acontecidos aquella tarde del 7 de enero de 1948 y encontramos la verificación del Primer Alférez Orner de que quizá lo que persiguió Mantell fue ese globo (*que hablaremos ahora) metálico y en forma de pera lanzado ese mismo día desde el aeropuerto de Clinton County (Ohio); y también de la posibilidad de que la luz brillante de Venus provocara aquella observación tan extraña, en pleno día, con una brillantez extraordinaria. Ese mismo alférez es un testigo importante porque era el que estaba vigilando en la torre de aquella base Godman y vio claramente con sus prismáticos un “objeto blanco en el área sudoeste del cielo, que parecía inmóvil, y que no parecía irradiar o reflejar luz en un principio”. Este testigo destacó después ese brillo como proveniente del sol y una luz roja en su parte inferior. El alférez Orner abandona la torre sobre las 16.54 horas y vuelve posteriormente a las 17.35 cuando vuelve a observar de esa misma torre de control una luz brillante que parecía proceder de un objeto redondo y que no se parecía a ningún astro conocido, haciendo su desaparición de forma visible como una puesta de sol o de luna.

El Coronel Harvell (Jefe de Equipo de Laboratorio División de Ingeniería) por aquel entonces dio la clave importante cuando ese objeto se vio por segunda vez en poco tiempo: que no podía ser la luz de Venus por su proximidad al Sol, que no puede ser observado a simple vista o a 15 mil pies de altura (unos 4 mil metros). Sin embargo, aquel fulgor de nuestro planeta vecino y su efecto en nuestra Tierra aquella tarde de enero pudo producir fácilmente el efecto de un objeto flameante con una cola como así lo divisaron algunos testigos de la misma base y ajenos a ella. A eso se le podría sumar (siempre explicaciones de este libro) la ilusión psicológica de movimiento con el paso de las nubes por delante de esa luz. Aunque otra explicación que se ha dado (mucho más remota todavía) es que “debido a las termoinversiones de la atmósfera, las estrellas cercanas al horizonte parecen dar saltos erráticos en arcos que son dos o tres veces el diámetro aparente de la Luna. Por eso Venus, cuando ha estado muy cerca del horizonte, ha centelleado brillantemente con colores anaranjados”.

En Proyecto Libro Azul se muestran explicaciones como estas y aunque con esto último parezca que la explicación definitiva fuera Venus, no confirma del todo que fuera ese efecto tan físico y curioso lo que acabara por quitarle la vida a Mantell. La forma en que se manifiesta Venus fue objeto de debate entonces y es objeto de debate todavía hoy en día porque si no puede ser visto a simple vista en una ciudad, no es así desde una zona con poca contaminación lumínica y, además, de día. Así que, con tantos datos e informes que nos da este libro tan bien custodiado y debatido por los amantes de la ufología, no deja claro si fue Venus o un globo lo que vio Mantell y persiguió con tanto ahínco. Teniendo en cuenta que en ese tiempo no existían las precisiones y medidas físicas casi exactas como ahora para determinarlo, quién sabe, por eso su caso fue tan pionero y tan rompecabezas para las Fuerzas Aéreas y el organismo militar. ¿O supieron fielmente lo que acabó con él si nos apartáramos la versión oficial de los hechos?

 

Los globos lanzados al espacio por el Proyecto Skyhook provocaron muchos avistamientos.


 

Después de la hipótesis de Venus, llegó la del globo meteorológico Skyhook, en principio, supuestamente sugerido por Hynek a su compañero de proyecto, Ruppelt (los estandartes y principales investigadores del Proyecto Libro Azul). Los globos meteorológicos también fueron una de las posibles visiones de aquella flota que vio Kenneth Arnold un año antes. Ruppelt creyó que la explicación de que hubiera sido aquel globo, era plausible, ya que los globos se utilizaron como proyecto secreto de la Armada en esos tiempos y podían llegar a tener unos 30 metros de diámetro hechos en aluminio reflectante. Por lo que, puede que lo que viera finalmente Mantell fuera uno de esos globos, por sus dimensiones y por el secretismo que tenían dentro de las organizaciones militares por esos objetos que ni los mismos pilotos y trabajadores de aquel aeródromo de Kentucky conocían. Precisamente, aquel 7 de enero de 1948, el día del incidente tan trágico ocurrido a Mantell varios globos Skyhook se lanzaron en el Condado de Clinton, Ohio, a unos 240 kilómetros al Noreste de Fort Knox (así se reveló en el Proyecto Libro Azul). Y habiéndose lanzado a una distancia bastante considerable de aquella base algunos, como Philip Klass, considerado escéptico, argumentó que las corrientes de viento pudieron trasladar aquellos globos hasta el punto de visión de aquel aeródromo. Incluso, el propio capitán Ruppelt contó en 1952, que dos testigos separados en lugares lejanos el uno del otro informaron de haber visto el mismo objeto descrito por Mantell visto por un telescopio y confirmaron que tenía forma de globo.

El Proyecto Skyhook es otra historia distinta y paralela a este incidente, pero dándose casi por hecho que podría haber sido un proyecto secreto y militar lo que provocara aquel incidente, otros se dedicaron a desprestigiar la memoria del joven piloto Thomas F. Mantell por ser inexperto y por novato a la hora de pilotar un P-51. Lo que sí podemos quedar de manera destacada son aquellas últimas palabras del piloto describiendo aquel objeto que persiguió en los últimos minutos de su vida como “de tremendo tamaño, hecho de metal, con superficie reflectante, moviéndose a unos 580 kilómetros por hora”.

El capitán Thomas F. Mantell Jr. Tiene un enorme epitafio escrito con aspectos dedicados de su corta vida bien representados en aquel memorial al que se le dedicó en la Sociedad Histórica del Condado de Simpson (Franklin, Kentucky), inaugurado el 29 de septiembre de 2001. Sus últimas palabras dentro de su aparato volador siempre serán recordadas: “parece metálico y tiene un tamaño tremendo. Está encima de mí y le voy alcanzando…”. Su muerte creó mucha controversia y teorías de todo tipo como que el día de su funeral su ataúd estuvo completamente cerrado sin poder ver el estado de su cuerpo, que si el cuerpo nunca se encontró entre los restos de su P-51. Setenta y dos años después, el misterio continúa, por muchas explicaciones que se hayan intentado dar, ya que esas respuestas, como se han contado y analizado por expertos en varios libros y documentales, son tan cristalinas que cualquier cosa se puede dilucidar de aquel objeto. Lo que sí es indudable es que el fenómeno se dio, y la tragedia nunca se evitó. Los dibujos de cómo pudo haber sido aquella persecución son fascinantes y aquel caso, aquel ‘Incidente Mantell’, quedó en el recuerdo como el objeto volador que acabó con la vida de un piloto cuando se obcecó tanto en su persecución, hacia Venus, hacia un globo, o hacia otra cosa. Nunca lo sabremos.

El caso de Javier Bosque en Logroño (1972)


Javier Bosque contando en el programa 'Cuarto Milenio' su caso ocurrido a principios de los 70.



Un caso muy distinto en su desarrollo y en el tiempo pero con el mismo misterio entramado dentro de la fenomenología “foo fighter” ocurrió la madrugada del 22 de junio de 1972 en Logroño (España) y que tuvo como semejanza con el caso Mantell en el impacto que tuvo este caso en la prensa. En absoluto son similares como os voy a contar a continuación pero quiero que esto sea como homenaje a aquellos casos con OVNI ocurridos en épocas distintas, muy investigados y que tuvieron su impacto en la prensa de su época. De esta manera, también quiero dedicar este caso como homenaje a la memoria del ya fallecido Fabio Zerpa que fue un investigador ovni del sur de América y que el pasado 7 de agosto se cumplió el primer año de su marcha. Investigadores de antes que dejaron su huella en los de hoy, y como ocurre con los Antonio Ribera o J. J. Benítez, polémicos pero pioneros a la hora de recopilar aquellos casos que seguro que muchos de ellos pudieran tener su explicación sencilla pero quedaron contados y recogidos de una manera tan inocente que aquellos libros fueron leídos por futuras generaciones de investigadores que se convirtieron más rigurosos, más escépticos pero siempre mostrando respeto al que antes pisó el terreno virgen por explorar.

Un estudiante es visitado por un OVNI”. Ese fue uno de los tremendos titulares que fue muy comentado durante tres días seguidos en el mes de junio de 1972. Un estudiante para sacerdote escolapio, llamado Javier Bosque, lo describió como “un extraño artefacto de brillo metálico parecido al del aluminio, de forma ovoide y de unos 30-40 cm de diámetro, que despedía una gran luminosidad”. Y todo ello visto desde su propia habitación la madrugada del 22 de junio de 1972.

Diarios como “La Gaceta del Norte”, que publicó muchos de aquellos casos de la época, contó aquella noticia con declaraciones del mismo testigo diciendo que el objeto se paró en mitad de la habitación donde se hospedaba, a dos metros del suelo y que de él salió una especie de rayo sólido de unos cuatro centímetros que impactó sobre un aparato de radio que el joven Javier tenía junto a sí. Lo interesante de aquel caso no solo está en cómo se apareció aquel objeto, sino también en una grabación que el mismo Javier realiza de aquel acontecimiento y que en un principio nadie se creyó. De hecho, en esa misma noticia publicada en el viejo diario se cuenta cómo un profesor de Electrónica, llamado Eduardo Romero, examinó aquella cinta grabada por el testigo y pensó que en un principio era una falsificación, pero al analizarla, aquellas señales registradas eran claras y perfectamente definidas.

Dos miembros del Centro de Estudios Interplanetarios de Barcelona tomaron las riendas de este caso una vez se transmitió a la prensa, Albert Adell y Pere Redón.  Fabio Zerpa, en su libro El ovni y sus misterios tiene un apartado de este caso dedicado a la “personalidad del testigo” y nos cuenta cómo Javier Bosque por entonces era un estudiante de sacerdocio en las Escuelas de los Escolapios de Logroño. Por entonces, cursando Filosofía y Teología y sin conocer apenas nada de la literatura ufológica de su época. Aquel 21 de junio de 1972, Javier Bosque se encontraba en su habitación rectangular realizando unos ensayos de guitarra que iba grabando con un magnetófono colocado en un sillón al lado de su cama. Iluminado con la luz de un flexo enfocado hacia la pared de la única ventana de su aposento, Javier continúa con su lección de guitarra y con el transcurso de una noche que parecía ser tranquila.

En un momento de esa noche, Javier deja la guitarra y se tumba en su cama para leer El Quijote con un transistor sonando únicamente de fondo en esa pequeña habitación. Mientras el joven estudiante de la escuela episcolapia logroñesa está disfrutando de las aventuras de ese inimitable caballero hidalgo, la emisora de su transistor comienza a fallar y deja de emitir. Eso ocurre sobre las dos de la madrugada, pero el joven Javier no se preocupa porque sigue con su lectura y el volumen de esas interferencias a volumen bajo sin inquietarle. De repente, un foco de luz dentro de su habitación comienza a aumentar de intensidad. El joven deja el libro encima de su mesilla de noche y al inclinarse ligeramente para ver la ventana nota un fuerte resplandor que procede de fuera. El foco de luz es de una fuerte luminosidad, que se cuela como si nada en la habitación invadiendo la paz del muchacho. Un hecho de alta extrañeza que se agravó cuando la ventana se abre sola y entra un objeto luminoso desplazándose de forma recta y despacio hasta el centro de la alcoba. El artefacto flota a dos metros del suelo y no emite ruido ni zumbido alguno. La luz que irradia es tan molesta que los ojos de Javier no pueden vislumbrar de la forma que quisiera, que unido al temor que tenía, hizo lo que solemos hacer cuando vemos una película que nos da mucho miedo: taparnos con las sábanas y esperar a que esto pase pronto. De repente, ese objeto inicia un descenso vertical y se queda solamente a 40 cm del suelo, todo eso sin variar la intensidad de su luz que emana, sin seguir haciendo ruido. Javier Bosque solo espera que ese fenómeno tan anti-natural, no termine por agredirle. Uno puede pensar en un juguete a control remoto, pero Bosque lo describe como algo increíble, con comportamiento errático que desafía a la razón. Desde la entrada de ese extraño aparato en la habitación, el transistor empieza a producir unos pitidos extrañamente agudos y Javier se percata de que tiene el magnetófono cerca para grabar esos sonidos. Mientras tanto, el objeto vuelve a cambiar su posición a una zona más baja en la que comienza una fase exploratoria utilizando un rayo de luz que comienza con el transistor primero por ser el que está generando ruido, para seguir al magnetófono que está cerca de Javier Bosque. Una vez realizada esa acción, el aparato “retira” ese rayo de luz y comienza a ascender de nuevo hasta los dos metros de distancia del suelo en el que de la misma forma que ha entrado, de forma recta y lenta, desaparece tras la ventana.

Javier Bosque prefiere no asomarse a la ventana para continuar observando la trayectoria de aquel extraño objeto. Se centró únicamente en obtener una buena grabación del paso de aquel ya denominado OVNI dentro de su habitáculo, y sería algo insólito en la corta historia del fenómeno. El pitido de su transistor fue aminorando conforme el fenómeno producido en su habitación cesó, y una vez que el sonido desapareció, es cuando se asoma por la ventana y no ve nada extraño en la calle. Todo desierto. Mira al cielo y está cubierto con algunas nubes. Ninguna luz, ninguna anomalía en el cielo,… nada. Javier había pasado el cuarto de hora más angustioso de su vida y no parecía haber rastro ni huellas de aquello.

Una vez asimilada la experiencia, Javier Bosque acudió a un profesor de electrónica llamado Eduardo Romero, por entonces, de la Escuela de Maestría de Logroño. Aquella cinta que se grabó en el magnetófono podría ser una de las pruebas sonoras más importantes de la historia de los ovnis. Eduardo Romero, de naturaleza escéptica, envía la cinta a un club de radioaficionados de Logroño y efectivamente se llegó a la conclusión que se había producido una distorsión en las crestas de las ondas. Por lo que, aunque Javier viera aquel artefacto quieto y sin hacer nada, en su cinta grabada se demostró que estando parado estuvo emitiendo frecuencias muy extrañas recogidas en audio.

El debate sobre el análisis técnico realizado a esa cinta podría conllevar mucho más tiempo. En el libro de Fabio Zerpa se plantea, a través de los estudios realizados en su momento. Quizá lo más interesante de este caso esté precisamente en eso, en una visión perturbadora en mitad de la noche y un comportamiento de ese objeto tan extraño y avanzado para su época. Si al final fuera un trucaje de un radioaficionado como plantearon los escépticos, o el mismo testigo participó en el fraude, hablamos de un casi semi-perfecto que no terminó en tragedia pero sí en una visión interesante no ocurrida en el cielo, sino dentro de una simple habitación.

  https://www.cuatro.com/cuarto-milenio/programas/temporada-10/t10xp27/Javier-Bosque-tecnologico-aparato-especial_2_1955655100.html

Un objeto con forma de “croqueta”, luminiscente, de aspecto metálico y de superficie vibrante. Nunca sabremos qué fue realmente lo que vio Javier Bosque, pero quizá recordemos su caso como uno de los más extraños en el que parece que él fue el escogido para vislumbrarlo, no sabremos si al azar, pero qué extraña representación de mitad de la noche y de una tranquila habitación.

 

El libro 'OVNI' de las edicionces Mundo Desconocido de Plesa cuenta el caso Mantell de esta manera en un pequeño párrafo con una ilustración.




ENLACES:

https://laexuberanciadehades.wordpress.com/2016/08/03/incidente-ovni-de-mantell/

http://blogs.eltiempo.com/alternativa-extraterrestre/2018/05/21/los-proyectos-secretos-llevo-al-termino-ovni/

 

FUENTES:

Misterios sin resolver 1x04

https://www.cuatro.com/cuarto-milenio/iker-jimenez-trivial-cuarentena-fotos_18_2929245044.html 16/03/2015

Libro Proyecto Libro Azul

Libro El ovni y sus misterios (Fabio Zerpa)

 




 

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