PROGRAMA 3X20 - LUGARES DE SUICIDIO

A raíz del estreno "El Bosque de los Suicidios", nos adentramos en ese tétrico bosque japonés llamado Aokigahara donde se producen un centenar de suicidios al año y que ya está traspasando frontera mediática por la normalidad con la que se toma el tema del suicidio en Japón y cómo eligen este lugar. Aprovecharemos para contar otros lugares donde se han sucedido cantidad de suicidios y para debatir con la máxima sensibilidad posible sobre esta problemática social que todavía miramos para otro lado, ¿qué está pasando? ¿por qué están aumentando las cifras?

LA CONSPIRACIÓN DEL AGUA: ¿Qué intereses existen en la distribución del agua en el mundo? ¿Qué irresponsabilidades se cometen en el tratamiento del agua potable en nuestro país? Carlos Molina nos cuenta y analiza este asunto que da que pensar sobre el enorme comercio e interés económico que existe con el líquido tan elemental para nuestra existencia.

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LA ESTELA DE CAÍN: Repasamos tres casos famosos en nuestro país por lo mediáticos que han sido pero a la vez por haber sido casos que se resolvieron por lo más insignificante que uno pueda creer. El abogado criminalista Fernando Cumbres nos contará cómo se resolvieron los casos de Rocío Wanninkhof, Anabel Segura y Publio Cordón.

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El famoso “Gloomy Sunday” del pianista y compositor húngaro Rezső Seress, una canción considerada “maldita” por su conexión con algunos suicidios en la época posterior a 1932 que se compuso. La llaman: la canción del suicidio.

En este programa ya hemos descubierto en ocasiones que a cierto objeto, cierto acontecimiento, número o lugar se considera maldito o relacionado con lo misterioso cuando ha ocurrido alguna desgracia o hecho inverosímil. Esta canción cuando uno la escucha atentamente piensa el por qué está considerada “música de suicidio”, eso ya se lo vamos a dejar a los oyentes que investiguen por su parte la intrahistoria tras esta canción que es asombrosa la verdad pero sirve muy bien como ejemplo para hablar de las relaciones de una lacra social y humana como es el tema del suicidio con ciertos lugares o efectos. Uno de esos lugares que se están convirtiendo en famosos por ser un lugar en el que ocurren este tipo de tragedias es el bosque Aokigahara, una zona de más de 3 mil hectáreas situada a los pies del famoso Monte Fuji en Tokio (Japón). No sólo con la película se está haciendo famoso este bosque tan tétrico, sino porque la historia de las cosas que han podido suceder en este rincón natural se desconocen, sólo existen las pruebas encontradas que pueden ser más que suficientes para demostrar que muchas personas se han adentrado entre esa cantidad innumerable de árboles y de vegetación japonesa pero no han regresado. Un centenar de vidas al año dicen los datos que escogen fallecer en ese lugar y que en su mayoría escogen el suicidio como método ritualístico, ¿debido a qué? ¿A alguna fuerza sobrenatural que esconde el bosque? ¿O es a raíz de la cultura japonesa que tanto desconocemos todavía y que las presiones sociales que también tienen en aquel país están creando toda esta oleada de suicidios en ese bosque?

“Un momento por favor, no recorras este lugar sólo, tú vida es un precioso regalo otorgado por tus padres, piensa en ellos, en hermanos e hijos, no guardes tu ansiedad para ti sólo, por favor, busca ayuda”. Mensajes como éste se encuentran en alguno de los carteles que se pueden ver cuando uno se adentra en esta zona boscosa como aviso a senderistas o a personas que están pensando en tal fin. Esto ya dice mucho del problema que existe en el país con esta zona en concreto, las teorías ya son diversas pero la cultura japonesa, tan enigmática y asombrosa, puede tener su parte de responsabilidad, ya sabemos que la espiritualidad allí se entiende de otra manera como aquí y quizás morir en un hermoso bosque sea para ellos hasta respetado para el que quiera hacerlo aunque eso le esté dando el aspecto de macabro al bosque de Aokigahara. Un lugar ya señalado por el misterio y por su peligrosidad ya como zona de muerte voluntaria o ritual.

https://www.youtube.com/watch?v=MVp5-yuVnwE

Ahora, teniendo un lugar que es clave y referencia ya mediática con una película de por medio y sabiendo que existen casos que ya han sido mediáticos como el del niño Diego y otros que no se han informado por sensibilidad nos tenemos que dar cuenta que es un problema que ha existiendo siempre en la historia del ser humano. Echamos la vista atrás, consultamos las viejas escrituras y en el antiguo Egipto existe un poema titulado La disputa entre un hombre y su Ba (“alma”), y en ese poema de hace más de 4 mil años se lee la historia de un hombre que se lamenta de la dureza de la vida. Este puede ser el primer ejemplo histórico para dar a conocer la problemática inicial y psicológica que convierte esa preocupación en el afán por quitarse la vida. Algunos filósofos como Séneca decían que “el suicidio es una garantía de la capacidad última de decisión del hombre, de la facultad para liberarse de servidumbres”. Y Plinio también afirmó en su momento que “la capacidad del hombre para darse muerte a sí mismo es una ventaja sobre la propia divinidad, ya que Dios, aun cuando quisiera, no podría darse muerte ni ejercitar este privilegio que concedió al hombre en medio de tantos sufrimientos de la vida” (Historia Natural, Plinio).

En la Biblia por ejemplo encontramos en muchos de sus pasajes historias de personajes que acaban ellos mismos con su propia vida, y no se les tacha de pecadores por hacerlo. Ejemplos son muchos pero los más destacados pueden ser el de Saúl que queda reflejado en un pasaje del apóstol Samuel como se deja caer sobre su espada para acabar con su vida que previamente le quiso otorgar a su escudero, la historia de Sansón acabó también con un suicidio ante la defensa de su patria y el más conocido sin duda puede ser el famoso Judas que tan perturbado estaba después de traicionar a Jesús que se ahorcó como castigo eterno por su error. Y en la era moderna, Sigmund Freud, el fundador del psicoanálisis opinó sobre el acto del suicidio como un impulso homicida orientado primero contra otras personas y vueltos luego contra el Yo. E incluso el escritor francés Flaubert expresaba el planteamiento de Freud mucho antes de que lo diera de una forma tan directa tal que así: “Queremos morir porque no podemos hacer que mueran otros, y cada suicidio es quizás un asesinato reprimido”.
Los vikingos, cuando no tenían la suerte de morir en la batalla se llegaban a quitar voluntariamente la vida dejándose caer sobre sus espadas para entrar en el Valhalla; algunos pueblos germánicos utilizaban el suicidio como forma honorable para evitar la muerte vergonzosa; en algunas tribus esquimales existe la creencia de que es mejor quitarse la vida que perder la fortaleza física; en la cultura africana se considera el suicidio como un reflejo de ira de los antepasados y se considera un acto asociado a la brujería por eso se evita contacto físico con el cuerpo del suicida e incluso se quema su casa o el árbol donde se haya ahorcado; y en las culturas orientales se ha producido como acto de lealtad o de ritual (como el famoso harakiri japonés). Así que repasando brevemente la historia desde que se tiene conocimiento y acto del suicidio no conseguimos entender el por qué en Aokihagara se produce esa enorme cantidad pero desde la época feudal, en Japón se usaba el suicidio para eludir el deshonor de caer capturados por sus enemigos. Y eso es algo que parece que han llevado siempre fijado en su genética cultural hasta en los tiempos modernos, sino hay que recordar que en el famoso bombardeo a Pearl Harbor se les obligaba a los kamikazes japoneses que se hiciera falta se estrellaran contra el enemigo con tal de cumplir su misión.

Si la historia ha reflejado la costumbre y a la vez la preocupación por el acto del suicidio, las cifras, como comenté al principio, siguen igual de alarmantes, porque ya no sólo es el millón de personas que se quitan la vida al años, sino las decenas de millones de veces e incluso 20 millones de intentos de suicidio en todo el mundo. Y que deciden escoger lugares que ya son mediáticos y escogidos por el misterio más macabro por este cruel acto con la vida de uno mismo. El bosque japonés de Aokihagara está en los altos puestos de ese top pero si en este caso se ha escogido a un bosque como lugar idóneo (con el terror que ya de por sí puede causar la soledad nocturna de un bosque bien poblado), el puente es uno de esos inventos arquitectónicos para el hombre que ayudó a mejorar su sistema de comunicación y de transporte pero que también ha sido usado por los suicidas. Hay dos puentes en concreto que tienen ya esa etiqueta de “puente de los suicidios”, uno está en la ciudad de Pasadena (California), en la calle Colorado, que tiene unos registros de 10 suicidios por año que se lanzan desde esta estructura con cerca de 500 metros y que la mayoría de los terribles actos vienen desde la época de la Gran Depresión Económica de los años veinte. Pero ninguno supera a los ocurridos en el famoso Golden Gate de la ciudad de San Francisco que desde su apertura en 1937 tiene unos 1.600 suicidios confirmados pero ya son incontables la cantidad de personas que eligen lanzarse desde este famoso puente colgante rojo.

El famoso Golden Gate tiene una larga trayectoria de suicidios desde su construcción.

Pero no sólo los puentes son tan usados como forma de arrojarse al vacío, también la historia tristemente ha recogido suicidios desde lo más alto de una depresión montañosa, un acantilado o una catarata. Y las famosas cataratas del Niágara son famosas no sólo por su belleza natural sino por sus muertes provocadas en la que ya consideran la “Temporada del Suicidio” después del famoso “Memorial Day” dedicado al servicio de las fuerzas armadas del país. Gran Bretaña también tiene sus lugares como el Beachy Head o el Subway (metro) londinense cuya historia también está marcada por ese tipo de muerte. Y otro de los monumentos tan importantes como la famosa Torre Eiffel francesa tuvo al comienzo sus casos e intentos de suicidio manchando la belleza de la famosa torre parisina. 

La torre Eiffel también tiene sus historias de suicidios al comienzo.


El suicidio crea un debate moral y ético férreo en muchas ocasiones y cargado con mucha sensibilidad que todo lo que se pueda debatir y que vamos a debatir dentro de unos minutos nosotros para dar nuestra visión sobre este tema pues seguro que va a tener poco efecto sobre los hechos, no es una cuestión que se centre en aspectos de la teología, de la moralidad o del derecho sino que es lo que tenemos internamente dentro de nosotros mismos lo que puede provocar que hagamos eso: las frustraciones, los miedos, los sufrimientos. A mí personalmente lo que me atormenta de este asunto es saber que el suicidio ya no sólo cosa de un brote de ese tipo de sentimientos que se entrecruzan en personas ya adultas, sino que en niños también se producen, y por qué un niño va a sentir esos tres tipos de emociones a la vez cuando debería ser todo lo contrario. Ese sentimiento de querer quitarse la vida se ha visto y comprobado en la ciudad de Palo Alto (California) donde grupos de adolescentes a la vez se han quitado la vida. Y todos han sido del Instituto Henry M. Gunn, es decir, ¿a qué tipo de presión se puede ver acosado un adolescente de un instituto o de un barrio para pensar o hacer el intento del suicidio? Porque casos como el de Diego o incluso, volviendo a Japón, niños que deciden suicidarse porque no aguantan la presión de tener que destacar porque sí. Esto es un problema si lo tenemos como solución final para acabar con el sufrimiento e ir en contra de nuestros instintos, ¿será por la situación que vivimos? ¿tiene que ver con nuestra evolución moral que no se adapta a nuestros nuevos tiempos? ¿o es por culpa de algún efecto natural o incitado que hemos creado nosotros? Albert Camus dijo que “el suicidio es un problema filosófico verdaderamente serio. Juzgar si la vida vale o no vale la pena de vivirla es responder a la pregunta fundamental de la filosofía”. Es un tema tabú, y los debates actuales sobre su legitimidad de derecho propio a elegir su propia muerte están obsoletos como explica Juan Carlos Pérez Jiménez en su libro “La Mirada del Suicida” que tengo aquí delante. Esto es un sufrimiento psíquico que hay que pararlo o concienciarlo. 

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