PROGRAMA 5X12 - CASO DIANA QUER

CASO DIANA QUER. Es el caso más mediático de desaparición y crimen de los últimos años en España. Desde hace más de un año y medio este asunto no solo ha copado las portadas de todos los periódicos de España sino también ha sido tema de profundo debate televisivo, sin escaparse del morbo. El caso tiene aún mucho misterio y por eso lo analizamos desde principio a fin haciendo hincapié en muchas de las claves de cómo se ha ido llevando. El abogado Fernando Cumbres nos cuenta su interpretación y comparación con otros casos en España.

NOTICIAS: Un experimento científico revela fallo neuronal de nuestro cerebro cuando prevenimos el sonido del teléfono o de una puerta cuando llaman; Un meteorito asombra a la población estadounidense de Detroit; La Luna no tiene por qué ser la responsable de la creación de megaterremotos; un viajero en el tiempo, ¿otro fake?

LA OTRA CARA DEL CINE: "La Campana del Infierno (1973)". Una película que no ha pasado a la historia del cine en España por su historia, pero sí que su DVD es una pieza cotizada por coleccionistas, primero por no haber sido editado en España y segundo porque esta película tiene la etiqueta de "maldita" por la muerte de su director durante el rodaje. Descubran este análisis que realizamos de una obra anclada en el "Fantaterror" español. Una película de sensaciones.

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Durante 500 días la desaparición de Diana Quer López-Pinel ha sido un misterio continuo que ha levantado mucho interés mediático y con un solo testigo de lo ocurrido: el autor de su rapto y muerte. Diana Quer tenía 18 años. Para encontrar el origen de esta historia que ha ocupado tantas páginas de periódicos y minutos de radio y televisión hay que remontarse a 2016 y a un pueblo gallego de la comarca de El Barbanza que celebraba sus fiestas de verano: A Pobra do Caramiñal, provincia de A Coruña. Allí se perdió la pista de esta joven madrileña, que veraneaba en agosto de 2016 junto a su madre, Diana López-Pinel, y su hermana Valeria. Sus padres estaban separados desde hacía cuatro años, y Diana vivía durante el curso escolar con su madre y su hermana en un lujoso chalé de Pozuelo de Alarcón, Madrid. Su padre, Juan Carlos Quer, es una persona adinerada, con prósperos negocios y con contactos políticos y mediáticos, entre ellos con miembros de la cúpula directiva del Partido Popular.

La última vez que alguien vio a Diana pasaban las tres y media de la madrugada del 22 de agosto de 2016. Tras despedirse de un amigo, se supone que Diana emprendió la vuelta a su casa a pie por el paseo marítimo. Su destino iba a cruzarse con un desconocido, con el de su asesino, que, se cree, la introdujo a la fuerza en el maletero del coche, sin testigos, iniciando un viaje de unos treinta kilómetros, que concluye en la parroquia de Asados, en el pozo de una antigua fábrica de gaseosa, atada a dos bloques de hormigón y sumergida a unos diez metros de profundidad. Se cree que todo aconteció, tanto secuestro como asesinato, de manera rápida, el 22 de agosto de 2016. Esa noche se truncó la vida de una joven y se aumentó la cifra del número de asesinatos en España por motivos de género.

A la mañana siguiente, su madre denunciaba ante la Guardia Civil su desaparición y comenzaban días de angustia y zozobra para una familia y para todo un pueblo. Los medios de comunicación fijaron rápidamente la atención en el caso de la extraña desaparición de esta joven madrileña, de familia bien posicionada.

El caso Diana Quer ha sido uno de los más complejos de los investigados por la Guardia Civil, con cientos de personas interrogadas, millones de datos telefónicos analizados y reconstrucciones en 3D de los movimientos de los vehículos en las autovías para hacer el perfil perfecto del sospechoso. Las primeras opciones como líneas de investigación pusieron el punto de mira en los feriantes, en la idea de un secuestro (tal vez por dinero, no olvidemos que Diana Quer pertenecía a una familia con buena posición social y económica) o en la huida voluntaria de Diana, como una persona mayor de edad, al tener ya los 18 años cumplidos.

Diana era una joven inquieta de 18 años. Una de sus mayores ilusiones era sacarse el carné de conducir y ser modelo. Su evidente atractivo físico le ayudaba. Durante sus vacaciones en Galicia, de ese verano, iba a una autoescuela de A Pobra para preparar el examen teórico antes de volver a Madrid, en septiembre. Diana, durante el resto del año, residía en Madrid, en un chalet de unos 500 metros cuadrados en una urbanización de clase alta de Pozuelo de Alarcón. Como muchos otros jóvenes de su edad, tenía en las redes sociales una vía en la que mostraba fotos, vídeos, pensamientos y algún mensaje. De ahí se puede reconstruir mucho sobre cómo pudieron ser los últimos momentos antes de la desaparición de una persona. Uno de esos mensajes de Diana alertó a la Guardia Civil, a pesar de que tenía más de un año. Decía: “Qué bien me vendría desaparecer una temporadita”. Su padre dijo entonces que la niña anímicamente estaba bien y motivada. A partir de entonces las cámaras de televisión toman el pueblo y el caso se mediatiza mucho más. La desaparición ocupa muchas horas de televisión, con tertulias en las que las especulaciones, con más o menos base, se suceden. La Infantería de Marina se suma a la búsqueda de la joven mientras que los vecinos de A Pobra se movilizan y organizan batidas. Se peinan los bosques y zonas cercanas en busca de algún indicio que pueda ayudar a orientar las investigaciones.

Agentes especializados rastrean el ordenador y las llamadas y mensajes, recibidos o enviados, desde su terminal. Sobre las cuatro de la mañana se desconectó el móvil y dejó de emitir señal alguna. Se toma también declaración a su círculo de amistades de Pozuelo de Alarcón. La Guardia Civil intenta reconstruir el entorno social y familiar de la joven desaparecida para empezar a plantear hipótesis sobre lo que pudo haber ocurrido, qué indicios se pueden encontrar.

El caso da un giro cuando se conoce el cuadro de ansiedad sufrido por su hermana Valeria días antes de la desaparición de Diana. Trascienden discusiones entre las dos hermanas de manera periódica y en ocasiones con la madre de por medio. La madre dice que son discusiones sin la menor importancia. “Todo esto desvía la atención sobre lo que es realmente importante”, llega a decir la madre a los periodistas, casi de manera premonitoria. El caso se mediatiza más y surgen distintas versiones sobre el porqué de su desaparición. La historia de la “pobre niña rica” parece que gusta mucho en los medios y se pone el acento en ella, en cómo era, qué hacía…, como si fuese la única desaparición en extrañas circunstancias en España. Se habla de huida voluntaria, incluso de que podría estar en Portugal o en EE.UU.

Hay quien ve en su familia un motivo de huida para Diana: con un hogar donde proliferan los problemas; un divorcio traumático y un posible historial de malos tratos. Incluso un episodio de anorexia. Y hasta una premonición de terror gótico, pues Diana Quer, se ha sabido después, tuvo una hermana gemela que no sobrevivió al contratiempo de un nacimiento prematuro.

A esta confusión hay que añadir la retirada a la madre de la custodia de su hija menor, Valeria. El padre de Diana llega a decir, además, una frase inquietante: “La retirada de la custodia de Valeria llega tarde… muy tarde. Esta decisión debía de haberse tomado hace mucho tiempo, para evitar situaciones como la que nos ocupa en estos momentos”. Todo esto enreda aún más la madeja de un caso rodeado de enigmas. 

Pasan los meses y poco a poco se va cerrando el cerco sobre los sospechosos hasta que en noviembre de 2016 la Guardia Civil cree tener la posible identidad del sospechoso y el objetivo que se persigue desde entonces, siguiendo tres premisas básicas (rigor, método y constancia), aunque existen otras opciones. Según el coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil de A Coruña, Francisco Javier Jambrina, jefe del operativo de esta investigación de la Guardia Civil, en noviembre de 2017 ya piensan en una sola línea, tiene que haber sido él, el conocido como “El Chicle”, aunque desde un año antes, afirma el coronel, aparecía ya como sospechoso en sus informes internos.

José Enrique Abuín, “El Chicle”, alias por el que se le conoce por sus problemas de dicción y autor confeso de la muerte de Diana Quer, siempre estuvo a ojos de la investigación entre los sospechosos de la desaparición de la joven madrileña. 41 años, con antecedentes delictivos, sentencia por tráfico de drogas que no cumplió, trapicheo con gasoil, venta ilegal de marisco y una denuncia en 2005 por violación de la hermana de su mujer Rosario, posteriormente retirada al interceder su esposa ante su propia hermana.

No hay testigos visuales de lo ocurrido y la investigación reconstruye los pasos de Diana a través del rastro de su móvil. Los agentes telemáticos de la Guardia Civil investigan millones de datos para ubicar la ruta del móvil de Diana. Según hipótesis de la Guardia Civil tras analizar datos de GPS, Diana se despide de sus amigos en el recinto ferial, camina por el paseo marítimo en dirección a su casa, por ahí se cruza con alguna amiga que la reconoce, se conecta al wifi de una pizzería del paseo marítimo y prosigue caminando hasta una zona en la que hay caravanas y camiones de feriantes. En ese punto la señal del móvil deja de conectarse y hay un salto, lo que supone que fue en ese punto donde es raptada e introducida en un vehículo a motor.

“El Chicle” inicia el viaje hacia Asados pero hace una escala. Según fuentes de la investigación, se cree que Diana estuvo durante al menos una hora en el mismo punto de Taragoña. Tras ese impasse se detecta movimiento de dos móviles pero se pierde la señal de uno al atravesar la ría. Es ahí cuando se cree que fue arrojado desde el puente de Taragoña a la ría de Arousa el móvil de Diana. “El Chicle” continúa su viaje hasta la parroquia de Asados, en Rianxo, lugar que conoce, domina, y donde abandona el cuerpo de Diana. Sus padres viven muy cerca, a unos doscientos metros de la vieja nave. Ejecutado su plan, “El Chicle” continuó con su vida rutinaria, nadie entiende cómo pudo vivir durante meses pasando ante la vieja fábrica sin mostrar nerviosismo ni verse afectado por lo que se conocería después. Esto denota que es un sujeto acostumbrado a delinquir, ha cometido un delito grave, oculta el cuerpo y calla. No hay conciencia ni pesar, solo miedo a que le cojan. De ahí su silencio durante meses.

La investigación tiene indicios de lo que se cree ha sucedido pero no las pruebas necesarias para llevarlas al juzgado. Es entonces cuando el juzgado de Instrucción número 1 de Ribeira, que investigó desde el inicio la desaparición de Diana Quer,  levanta en abril de 2017 el secreto de sumario y el caso queda sobreseído provisionalmente por falta de pruebas.

La aparición del móvil de Diana, por parte de una mariscadora de la ría, le permite a la Guardia Civil iniciar nuevas vías de investigación, contacta con una empresa de investigación vial de Porriño, ISV, de reconstrucción de accidentes y seguridad vial, que reconstruye en 3D el paso de coches por la autovía do Barbanza, la AG-11. Para la investigación era clave hacer una reconstrucción de lo ocurrido el 22 de agosto de 2016 para comprobar la veracidad de las primeras declaraciones de “El Chicle”, en las que dijo haber abandonado A Pobra por una salida distinta a la que marcaba su móvil. Se siente vigilado y en sus declaraciones ante la Guardia Civil hay contradicciones: primero dice a un guardia civil que estaba en las fiestas de A Pobra con su mujer, en otra declaración que estaba robando gasoil con su mujer pero no en A Pobra...

Justo un año después de la desaparición de Diana, el 22 de agosto de 2017, la Guardia Civil despliega un operativo, del cual se desprenden datos para ubicar a “El Chicle”, su ruta de huida y, con él, Diana. Se hace un estudio de campo, de las conexiones de los móviles a los postes, en función de las salidas que se tomaran al abandonar A Pobra en coche. Con esos datos telefónicos y los de la empresa ISV, la Guardia Civil va al juez para que se reabra el caso y se aumenten las medidas de vigilancia sobre “El Chicle”. El juez pide un informe de esa investigación, se tarda porque hay muchos datos técnicos, de telecomunicaciones, con gráficos… y hay que hacerlo didáctico.

Con el informe que solicita el juez en marcha, Abuín comete un error definitivo, que precipita los acontecimientos. El pasado 25 de diciembre aborda a una mujer en Boiro. El modus operandi es similar al empleado con Diana. De hecho, la Guardia Civil no se esperaba que una persona que se sabe sospechosa, que está en el punto de mira, que es vigilado unas veces de manera visible (para ejercer presión sobre él), otras no, se atreva a cometer ese delito. Para algunos expertos en psiquiatría, se trata de un sujeto que no puede contener su impulsividad sexual y aun sabiendo que ha cometido un grave delito, ello no le impide que vuelva a intentarlo de nuevo. Ahí posiblemente esté la clave de su trastorno de la personalidad.

Afortunadamente, dos muchachos salvaron a la mujer que intentaba raptar “El Chicle” de un destino trágico. Nadie más escuchó sus gritos de socorro, ni siquiera los oyeron en el bar “Las Vegas”, en Boiro, muy próximo al lugar del intento de rapto. La mujer, en el bar, asustada, afirma junto a los jóvenes que la auxiliaron que la han querido meter en el maletero de un vehículo y llaman a la Guardia Civil.

Este incidente salta a los medios y una filtración a la prensa facilita un nombre: José Enrique Abuín, “El Chicle”, como presunto autor del hecho y como sospechoso de la desaparición de Diana.

La Guardia Civil lo detiene, al igual que a su mujer, que le había dado coartada en el caso Diana Quer. El juez ordena prisión preventiva, incomunicada y sin fianza para “El Chicle”, que posteriormente ordena el cambio de penal por temor a agresiones de otros internos ya que es visto como un chivato (en temas de drogas, en el pasado).

La mujer de “El Chicle”, ante las pruebas que le presenta la Guardia Civil, se derrumba. Se cree que la mujer había dado coartada a su marido, inocentemente, pensando que él no tenía nada que ver con lo ocurrido a la joven madrileña.

La gran pregunta es: ¿por qué le encubrió? Esta mujer, ¿sabía lo que había hecho Abuín a Diana o no? ¿O simplemente era una mujer acostumbrada a cubrirle puesto que ambos cometían juntos algunos delitos, como el robo de combustible…? El juez levantó, por ahora, la imputación a Rosario, la mujer de “El Chicle”, aunque recientemente Juan Carlos Quer ha pedido al juez de nuevo su imputación.

Es tiempo para la actuación de la justicia, valiéndose de la medicina forense. Aunque “El Chicle” afirmó que no violó a Diana se espera que los datos de la autopsia del cadáver de Diana den datos al respecto. Algo que se no se presume fácil de dilucidar, si hubo o no agresión sexual. En un cuerpo en contacto con agua dulce, los fluidos corporales, como posibles restos de semen, no van a poder ser analizados, según expertos en medicina forense. Si se demuestra que hubo un delito contra la libertad sexual, las posibilidades de defensa de “El Chicle” quedan muy reducidas y tendrían que encaminarse hacia la alegación de alguna causa de exención de la responsabilidad criminal o de atenuación.

El resultado de la autopsia confirma que no hubo atropello (Abuín dijo en un principio haber atropellado a la joven) y que Diana murió por estrangulamiento. En otra declaración posterior cambió su versión de nuevo y afirmó que hubo un desencuentro con la víctima a las afuera de A Pobra de Caramiñal. Ya se pasarían, a nivel penal, del homicidio al asesinato, que se recoge en el artículo 139 y 140 del Código Penal. Con la reforma del Código Penal del año 2015, en concreto del artículo 140, en algunas modalidades especialmente graves de asesinato se le asocia la pena de prisión permanente revisable.

Los resultados de las pruebas complementarias a la autopsia del cuerpo de Diana se incluirán en el informe definitivo, que podrían sustanciar la acusación. No hay plazos marcados para esas pruebas, de carácter químico, histológico, biológico…, dependerán del estado de la muestra y del tipo de prueba, según indican desde el Instituto Anatómico Forense de Madrid.

Los restos de Diana recibieron sepultura el pasado 11 de enero. La madre, Diana López-Pinel, y la hermana de Diana, Valeria, han querido compartir su dolor mediante mensajes en redes sociales, como: “Muchas seguirán viviendo gracias a ti. Hay un antes y un después de tu existencia”.

Tras 500 días de sufrimiento y angustia familiar, la familia de Diana conoce el trágico destino de su hija y se cierra la investigación en torno a uno de los casos de desapariciones que más ha impactado a la opinión pública española durante los últimos años. Quedan por escribir los detalles del final judicial de esta historia, como cuál será la condena a “El Chicle”.


 

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