PROGRAMA 1X27 - FOTOGRAFIANDO LA MUERTE

En este nuevo programa el equipo de EL SECRETO DE LA CAVERNA analiza el tema de la fotografía post-mortem, un fenómeno que nació en el mismo siglo de los comienzos de la fotografía y que era una práctica muy común a finales del siglo XIX y principios del XX. Personas que aparecen fotografiadas, que parecen vivas pero en realidad están muertas, ¿cuál es el misterio que esconde este tipo de práctica reconocida como arte? Lo debatimos como tema principal de este programa.

Y rescatamos una leyenda que ha perdurado durante décadas como una fotografía en la memoria de muchas personas de distintos lugares y culturas: la leyenda de la Llorona. Un espectro que cuentan muchos a los que se les ha aparecido con lamentos y que ha sido una historia que ha inspirado películas, canciones y fábulas populares que se han ido difundiendo durante todo este tiempo. ¿Quién era la Llorona?

En el Archivo Oculto de esta semana volvemos al conflicto bélico más controvertido y mediático de la historia: Vietnam. Porque en ese conflicto ha habido muchos casos destapados y algunos todavía por destapar, una guerra que tuvo mucho misterio por todo la tecnología que se utilizó y las estrategias bélicas llevadas a cabo, pero en este caso os descubrimos a un ser alado que se les apareció a un grupo de soldados norteamericanos y que fue una aparición medio espectral - medio real, ¿qué fue lo que se les apareció aquella noche?

Apartado de Noticias donde como siempre os contamos lo último que se debate en la comunicad científica sobre la Inteligencia Artificial; los nuevos descubrimientos de agua en Marte; el nuevo traje espacial diseñado para los primeros terrícolas que lleguen al Planeta Rojo; y un invento curioso que prepara el Pentágono para hacer recordar eventos olvidados en las mentes de sus soldados.

Y ya por último, en La Otra Cara del Cine, analizamos una película que sin ser una superproducción consiguió ser catalogada como la película más gore y sangrienta de la historia del cine: Braindead (ubtitulada en España como Tu madre se ha comido a mi perro), de 1992, la tercera película dirigida por Peter Jackson, toda una joya de culto nunca igualada.



Siempre que la muerte se nos presenta ante nuestros ojos intentamos siempre mirar para otro lado, es un tema que poco nos planteamos a veces, algunos no le tienen miedo y otros simplemente creen que con la muerte se acaba todo. Es algo que vemos todos los días. Ya eso de censurarse ha acabado, cada día vemos en las imágenes de los mass media como se prestan noticias o hechos donde tristemente hay cadáveres, y no nos planteamos muchas veces quién era ese ser vivo que está masacrado, que ha fallecido en ese accidente o atentado. No nos lo planteamos porque estamos acostumbrados a ver muerte, de forma real y recreada en el mundo del arte o el cine. Pero una vertiente artística, sin llegar a morbosa, de la muerte está relacionada de alguna forma con la fotografía. No hace tantos años que se dejó de hacer esta práctica que parece que ya se ha perdido porque no existen los mismo valores que antaño, o quizás porque nuestra sociedad ha cambiado tanto en valores y en tecnología, que lo sencillo que es ahora coger un teléfono móvil y hacer una fotografía a nuestro entorno no nos ponemos a pensar que hace escasamente 60 años, sin esa tecnología, estaban de moda las fotos con nuestros difuntos.

            Bueno al decir verdad, la fotografía post-mortem es algo que se da todavía, no artísticamente, pero las fotos a cadáveres las hace la policía criminal por ejemplo para investigar sus casos o los médicos forenses, ¿Y cuándo comenzó todo esto? Pues nos tendríamos que remontar al año 1816, cuando el científico francés Nicéphore Niépce obtenía aquellas primeras imágenes fotográficas. Una técnica que fue perfeccionada por el también francés Luis Daguerre que con su técnica del mismo nombre (daguerrotipo) se empezaba a disfrutar del comienzo de esta nueva técnica innovadora de plasmar la imagen de la realidad en un nuevo dispositivo tecnológico. La fotografía tal y como la conocemos, daba sus primeros pasos con este primer avance.



Y ese primer auge de la fotografía comenzaba a dar sus frutos con los primeros mercaderes y negocios destinados a la instantánea y al revelado. Pero también era una época de muerte, de desolación. Enfermedades como la gripe, la tuberculosis, el cólera o la falta de higiene y mal nutrición eran los peores enemigos no físicos por entonces del ser humano. Unos enemigos que causaron muchos estragos en la población de entonces y que daban tristes estadísticas como la de que el 50% de la población infantil de por entonces no llegaba a la adolescencia. Una etapa en la que la muerte era casi una costumbre, no había los avances que hay ahora. Y con eso, surgió una oportunidad de negocio, o una oportunidad artística. ¿Se le podía sacar partido a ese hecho de la mortalidad de forma artística? Pues sí, se le sacó. Muerte y fotografía empezaban a ir de la mano por aquel entonces.

Pero muchas fotos de aquella época parecían muy vivas, porque el sujeto en concreto estaba muerto pero se recreaba de tal manera ese retrato que parecía que hubiese vuelto a la vida. Uno de los objetivos que tenía el fotógrafo en aquel entonces era el de maquillar, vestir, abrir los ojos (que también se hacía para dar ese aspecto casi expresivo), e incluso colocar erguido el cuerpo de esa persona. Claro, cuando las ves no te imaginas que esa persona está muerta, ese aire de cotidianidad no te lo esperas de una persona que ha dejado este mundo. Pero ahí estaba el verdadero arte de la fotografía post-mortem, cómo hacer de la muerte algo bello, algo que merece la pena ver y disfrutar.
           

Pero dentro de esta forma de fotografiar a los fallecidos, aparte de todos los métodos y situaciones que se planteaba, llama poderosamente la atención como gran parte de esas fotografías que seguro que muchos hemos visto sobre el post-mortem, la mayoría sean de niños. Los niños eran el filón de este tipo de fotografías, sobre todo los bebés. Muchos bebés no duraban más años de la cuenta y eran fotografiados de tal manera para recordar la huella enorme que dejaron en los corazones de las familias. Y se pueden ver situaciones de todo tipo, desde bebés que miran fijamente a la cámara y que están erguidos completamente hasta, las más comunes, de fotografiar al niño o niña tumbado en una cama, cuna o diván como si estuviesen profundamente dormidos. Claro, en ese siglo XIX se tenía la creencia de que cuando un niño moría se convertía en un ángel. Un pequeño ángel que velaba por sus seres queridos. Fuera cual fuera el estatus social, este tipo de instantáneas de bebés recién nacidos o de niños pequeños que fallecían antes de tiempo eran utilizados sus pequeños cuerpos sin vida para ser retratados de esta forma. Sentimientos encontrados a través de esa inocencia, de esa pureza en la cara de un bebé que no pudo seguir viviendo y que dejó ese recuerdo a través de una simple instantánea.


Llegados a este punto nos podemos dar cuenta de que la fotografía realizada a un cadáver en estas condiciones no era ningún hecho macabro por entonces, más bien todo lo contrario. Se trataba de un último homenaje al ser querido y una muestra de respeto que rendían culto a sus antepasados y en las que la muerte incluso era considerada una etapa evolutiva hacia la perfección del alma.

Y luego la fotografía post-mortem tiene otra vertiente, que es la de divulgación periodística, la que popularmente conocemos como “crónica negra”. Cuando aquellas fotografías de cadáveres ya no eran nada artístico, aquello se representaba como el fin de una historia, como “souvenirs” que se exponían en la plaza del pueblo ante tal trofeo cosechado, como la famosa fotografía de los famosos bandidos de los “Dalton” cuando fueron abatidos en 1892 y se exhibieron en fila los cuatro. Aquí entraríamos en el efecto de la “guerra psicológica” que han querido plasmar algunos medios con ciertas fotografías de difuntos. O cuando los ejércitos mostraban esas imágenes de los ahorcamientos o de las sentencias a muerte. Un hecho característico de la especie humana es que normalmente siempre busca una utilidad malévola a todos los avances tecnológicos, incluso a un invento tanto inocente como puede ser la fotografía. No sólo el ejército de Hitler empleaba estas tácticas, ya que de otras naciones consideradas democráticas como los EEUU, Israel, Inglaterra, etc ... se han valido del miedo para llevar a cabo sus propósitos.


Aquí algunos enlaces con fotografías de este tipo, algunas son muy impactantes:

 

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