PROGRAMA 1X26 - MISTERIO EN LA RED: DEEP WEB

En este nuevo programa el equipo de EL SECRETO DE LA CAVERNA se convierte en un espacio 3.0, porque estudiamos los entresijos del medio de comunicación más usado hoy en día a nivel mundial: Internet. Pero analizamos esta herramienta de la red de redes desde el punto de vista de su alcance, ¿hasta qué punto llegará a tener Internet control sobre nuestras vidas? Y sobre todo contamos esa parte oculta que contiene y que se denominó en su momento "la web profunda", ¿qué oculta esa red oculta?

Y seguimos con la triste actualidad, volvemos de nuevo al país ucraniano para analizar lo último que está pasando. Con la ayuda de un investigador sevillano conocemos las últimas informaciones tácticas y despliegue de tropas americanas cerca de las fronteras rusas, información que no se ha contado en muchos medios. Además, esta guerra fría que se viene calentando desde hace tiempo la hemos querido denominar "La Guerra Fría 3.0", porque Internet también está teniendo mucho que ver.

Apartado de Noticias: se espera la caída de una gota del experimento más longevo de la historia; se cumple la leyenda urbana de aquellos cartuchos de videojuegos de la película E.T. enterrados en algún lugar del desierto de Nuevo México; una conferencia que se celebrará a finales de mayo y que irá destinada a los contactados o personas que han tenido encuentros cercanos con extraterrestres; y la adaptación de ciertas aves a la radiación de la región de Chernobyl.

Y por último, en la La Otra Cara del Cine, analizamos la película La mosca (1986), dirigida por David Cronenberg, un film de ciencia ficción en el que un experimento científico no obtiene el resultado esperado.





Hoy en día, muchas personas no conciben un mundo sin Internet. Todo el mundo en la actualidad tiene algún dispositivo tecnológico con el que navega y encuentra la información que necesita o las aplicaciones acorde a sus necesidades gracias a la inmensa red de redes. Eso es ahora, la revolución tecnológica, la revolución de Internet. ¿Cuándo se ideó todo este imperio que nos rodea hoy en día? Pues habría que irse hasta 1934, porque en ese año existió un científico belga, Paul Otlet, que ya hizo una experimentación al combinar una conexión telefónica y una pantalla de televisión. Por esos tiempos era impensable todavía la palabra Internet, pero ya se empezaron las primeras investigaciones. Parecía que esa superautopista de la información que nos rodea ahora, comenzó sus primeros cimientos en ese año. Otlet, incluso, llegó a sugerir que se podría crear una pantalla dividida que podría mostrar varios libros a la vez (esto suena al abrir ventanas o pestañas en un navegador o quizás hizo referencia a los ebooks que también se llevan mucho ahora y que parece que poco a poco están desbancando a los libros en papel). Pero en su tratado sobre la documentación, Otlet hace referencia a lo que se convertiría en el futuro equipo informático cuando escribió esta frase: “He aquí el espacio de trabajo, ya no es desordenado, con todos los libros disponibles. En su lugar, una pantalla y un teléfono al alcance… a partir de ahí aparece la página en una pantalla para ser leída con el fin de conocer la respuesta a la pregunta formulada por teléfono.”


En un tiempo donde la radio y la televisión estaban en sus inicios, incluso con la radio ya casi asentada como el medio más importante en esos momentos aparte de la prensa, este desconocido científico ya empezaba a desarrollar la idea de un conocimiento global, la “red”. La idea de hacer accesible el conocimiento a través de grandes distancias, utilizando una combinación de tarjetas, teléfonos y otros equipos para aproximarse a lo que conocemos hoy en día como ordenador. Pero parece que ese legado de Paul Otlet, quedó en el olvido, todo su tratado, su información, ese proyecto, quedó almacenado en un edificio llamado “Mundaneum”, ubicado en el corazón de Bruselas. Y se cuenta que ese archivo que se almacenó en ese edificio y que parece que no se quiso hacer público o no se quiso valorar de alguna forma, contenía libros, periódicos, carteles, y más de 200 mil tarjetas postales. Todo un almacén de información del que Otlet y sus compañeros estaban convencidos de que se podría promover la paz. Porque claro, a este científico belga le tocó vivir una etapa donde el mundo estaba conmocionado, estaba en guerra, habían salido de una Primera Guerra Mundial y estaban a las puertas de la Segunda. Y parece que 60 años después de su muerte sus ideas se han hecho realidad, siguiendo un poco la estela que dejamos en el anterior programa cuando hablábamos de profecías, esta idea que Paul Otlet tenía sobre “el cerebro mecánico” se hizo realidad, y nadie sabe quién es. Él decía “Cualquier persona que se siente en el sillón de su casa sería capaz de acceder al estado actual del conocimiento global; la evolución en cualquier lugar del mundo podría ser registrado como “el momento en que ocurrió”.

Paul Otlet tuvo una visión, que se corresponde exactamente con el mundo global y de redes de información que tenemos ahora. ¿Cuál fue su problema? Que él quería que su información escrita, esa que he mencionado unos momentos que puede que esté por Bruselas, se divulgara para conseguir un mundo completamente en paz, ¿Quizás sea por eso por el que no se ha divulgado? ¿No interesa la paz? Esa divulgación que él quería de su información escrita, pasó a su sueño de la divulgación de la información sin papel, a través de una pantalla, y ahora que hemos conseguido eso parece que estamos en el punto en el que se puede extinguir completamente la forma de transmitir información de manera física, o se puede extinguir el concepto de información en sí realmente (la manipulación). Estamos en el punto de reescribir la historia, pero, en vez de con una pluma, un lápiz y un papel, pues a través de un teclado, una pantalla y la transmisión virtual.

El último estudio que realizó la Organización de Naciones Unidas sobre Internet fue que el 32,5% de la población mundial tenía acceso a este gran medio de comunicación. Y tuvieron que analizar a 177 países, de los que 60 tenían al 50% de su población totalmente conectada. Las cifras están ahí, y los estudios se siguen haciendo, pero la mayoría de los usuarios, de las que nosotros también lo somos, todavía parece que desconocemos el verdadero potencial que tiene esta herramienta, pero además desconocemos lo que nos oculta, como si de un mundo paralelo se tratase, dentro de la web tal y como la conocemos existe otra web. Y se llama, la web profunda.

La red que todos conocemos, la visible, en la que todos podemos navegar ahora mismo, pues es esa a la que cuya información podemos acceder a través de un buscador (por ejemplo Google que es el que mayoritariamente usamos en el mundo), esto es la “web visible”. Día a día, millones y millones de usuarios descargan información a través de esa red visible (incluido los que os descargáis nuestro programa, nosotros estamos en esa web visible). Pero, sin embargo, existe una “red invisible”, y ese es el lugar oscuro, la parte de Internet mala se puede decir, o la más peligrosa, porque por esa red circula ese tipo de contenido que sobrepasa lo legal, lo ilícito, lo oscuro.


Un lugar, cuya información no puede ser consultada por un buscador, de hecho los buscadores no la detectan. De hecho, puede parecer algo muy complejo pero acceder a ese tipo de información oculta no parece tan complicada, y valga la paradoja, se puede acceder a través de un buscador de esa red visible, ¿cómo? Pues tan sencillo como ir a una página de bases de datos, como por ejemplo “database”, que además es una palabra frecuentemente muy usada en las bases de datos. Hay muchos tipos, y de hecho ya las hay incluso específicas dependiendo de lo que vayas a buscar, pero hay uno en especial que además tiene nombre de dios nórdico: TOR. Una base de datos con un navegador especial con muchos dominios diferentes y que quizás desconocías de los que ya conoces. Información libre, no indexada, y que puede ser o útil o letal para delinquir o para maltratar a ciertas personas.

Se realizó una investigación en la prestigiosa universidad de Berkeley que estimaba que existían alrededor de 91 mil terabytes de “Internet profundo” o “web invisible”. Si comparamos con los terabytes que tiene la “web visible”, pues sepan que sólo se ha estimado 167, que sigue siendo mucho, pero si comparamos cifras parece que la anterior es desmesurada. ¿Qué quiere decir todo esto? los que no sepan lo que es un terabyte, en sólo un terabyte de espacio se puede almacenar unas 350 mil canciones o 220 millones de páginas de texto, ya existen discos duros de almacenamiento con esa capacidad, y hay gente que la completa. En definitiva, existe una diferencia del 80% aproximadamente de esa información que está fuera del alcance de esos buscadores que utilizamos. Porque si bien se ha especulado que toda esa información que está oculta o profunda, no es ilegal, sí es verdad que ese otro universo es más oscuro, es un lugar por donde pululan sin castigo drogas, ventas de armas y demás prácticas ilegales. La gran mayoría de los datos son almacenados por gobiernos, organizaciones y empresas y no contienen material ilegal sino que es confidencial. ¿Pero confidencial para qué? ¿O para quiénes?
 

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