68 ANIVERSARIO DEL MILAGRO DEL ARROZ DE OLIVENZA










Olivenza, en la provincia de Badajoz, a veintiséis kilómetros de la capital, es un enclave situado entre dos mundos, el español y el portugués. Su patrimonio histórico-artístico muestra con orgullo ese pasado portugués, que sigue aún muy vivo. Hay una copla de esta bella localidad rayana (de la Raya), recordemos, titulada la “Jota de Olivenza”, que dice que “sus mujeres son hijas de España y nietas de Portugal”. Se resalta así que tienen lo mejor de los dos países ibéricos. Es sólo una muestra del folclore extremeño que viene muy bien a representar algo de lo que muy pocos enclaves peninsulares pueden alardear y es el poder contar con una herencia histórica y artística de dos países, de Portugal y de España. Si bien esto, el estar en la frontera, en el pasado, era un handicap puesto que hacía que este territorio fuera objeto de disputas y conflictos bélicos entre los dos Estados, hoy se ve como una oportunidad, que hace de Olivença (Olivenza) un territorio único.



¿Qué se puede resaltar de Olivenza? Son muchas cosas: en arquitectura, el estilo gótico manuelino de influencia portuguesa, y original en España, que se muestra en la Iglesia de Santa María Magdalena; en repostería, un dulce exquisito de almendras (la “técula mécula”) y, también, la reminiscencia aún viva de una costumbre de época medieval que ha pervivido hasta la actualidad (el “Fuero de Baylío”[1]). Sin olvidar los restos de Puente Ayuda en el río Guadiana.

Olivenza es, verdaderamente, singular, por su carácter mestizo, fronterizo, rayano, su habla, con un gran número de palabras de influencia portuguesa... Hablamos de un territorio con mucho acento, con una gran personalidad. Olivenza es, sin duda, una joya: lo fue para la Corona portuguesa; y lo es ahora para nosotros, extremeños y españoles. Es joya también desde un punto de visto antropológico, con un rico repertorio de leyendas, cuentos populares… Pero también lo es, por supuesto, en lo que atañe al ámbito que más nos interesa en este programa: el misterio.

El pasado lunes 23 de enero, una mañana soleada pero fría, tres miembros del equipo (Samuel Hernández, Pablo García y Jose Manuel Rodríguez Pizarro) nos pertrechamos de nuestras herramientas de trabajo: cuadernos de campo, bolígrafos, grabadoras, cámaras de fotos… y nos montamos en el coche rumbo a Olivenza. ¿Para qué, se estarán preguntando nuestros oyentes? Para ni más ni menos que ir tras el rastro de los testigos que aún viven de un hecho milagroso. Se trata de un milagro que recuerda a otro que relatan los Evangelios: el de la multiplicación de los panes y los peces que protagonizó Jesucristo. El de Olivenza tuvo lugar hace casi setenta años, durante los duros tiempos de la posguerra, años de hambre, miseria y represión.

Un conocido del programa, Sebas, de Olivenza pero que vive en Badajoz, nos dio la noticia de unos actos que se iban a celebrar en el centro parroquial del municipio, uno de los cuales era la conmemoración del milagro del arroz. El acto se celebró coincidiendo con el aniversario del milagro: el 23 de enero. Tuvo lugar en la llamada Capilla del Milagro, donde aconteció este supuesto milagro en 1949. Hoy ese edificio es la sede de los salones parroquiales y, aunque ya restaurado, conserva un cierto halo de espiritualidad y misterio.

El acto, muy sencillo, congregó a vecinas y vecinos del pueblo ávidos por conocer de primera mano, por la voz de una de las testigos, qué ocurrió allí mismo, en esa sala, por entonces una cocina de la casa del cura, hace exactamente sesenta y ocho años.

Como decimos, para entender bien qué paso, hay que remontarse a los duros años de la posguerra, cuando desgraciadamente el hambre y la miseria campaban a sus anchas por estas tierras. La mañana de ese 23 de enero de 1949, Leandra Rebollo, una mujer sencilla y devota, preparaba en la cocina la comida para los niños y niñas acogidos allí, en la casa del cura, y para los vecinos más pobres del pueblo: se les llevaba a sus casas la comida allí preparada en lugar de hacer cola. Pese a la buena voluntad de la cocinera, que poseía un profundo espíritu cristiano, las donaciones, por parte de familias pudientes, no habían sido lo suficientes como para calmar el hambre de tanta gente. Se habían olvidado ese día de hacer su aportación. De cualquier manera, Leandra se dispuso a verter el poco arroz existente (unas tres tazas) en la olla para proceder a su cocción. Algo afligida, la buena mujer, según se cuenta, dijo algo así “¡Ay, Beato…! Y tus pobres sin comer”. Leandra se invocaba a Fray Juan Macías, un beato nacido en su localidad natal, Ribera del Fresno, que no era muy conocido por entonces en Olivenza.

Leandra puso el poco arroz a cocer y se marchó a hacer otras tareas. Cuando regresó a la cocina, al remover el arroz, se quedó perpleja ante lo que vieron sus ojos: la olla estaba a rebosar de este grano. Aquello era imposible. Muy pronto se dio la voz de alarma, ella misma avisó a la madre del cura y, rápidamente, varias personas fueron testigos de ese supuesto milagro, incluido el párroco, don Luis Zambrano. La noticia corrió como la pólvora por todo el pueblo y quien quiso se acercó para presenciar ese hecho: entre la una y las cinco de la tarde aquella olla, sin necesidad de poner más carbón vegetal, seguía desprendiendo arroz. Se cree que más de treinta personas pudieron ver con sus propios ojos aquello.

Una de las testigos de este supuesto hecho extraordinario –según decían los más creyentes, por intermediación de Dios, que no respondía a las leyes de la naturaleza– fue Fernanda Blasco Mendoza. Ella fue una de las personas que relataron en primera persona el pasado 23 de enero de 2017 sus vivencias en torno a este acontecimiento. Ahora tiene 93 años, presenta un aspecto espléndido, y recuerda como si fuera hoy mismo lo que vivió aquel lejano día de enero de 1949. Tenía por entonces 25 años y ese día estaba en el Hogar de Nazaret; llamaron de la casa del párroco al Hogar para decirle al sacerdote que estaba pasando algo extraordinario. Entonces la directora del Hogar de Nazaret, María Gragera Vargas-Zúñiga, ella misma y algunas otras acompañaron al cura para ver qué estaba ocurriendo. 

Fernanda Blasco, una de las principales testigos de este milagro. Detrás de ella está justo el lugar donde ocurrió el milagro, y un gran cuadro recordándolo. AUTOR: EL SECRETO DE LA CAVERNA

Fernanda insiste en cómo no se quitó la olla del fuego ni se añadió más carbón vegetal desde la una hasta las cinco de la tarde, momento en el que se decidió apartarla porque ya todo el mundo que lo necesitaba había podido comer arroz. Se cree que de la olla brotó el equivalente a unos 30 kilos de arroz, la mayor parte se destinó a dar de comer a los pobres y una mínima proporción se guardó como reliquia.

Sobre esta historia que nos cuenta Fernanda pueden surgir dudas, de si alguien estaba interviniendo ahí para hacer creer que aquello era un milagro. Fernanda no tiene dudas, aquello fue auténtico y no un fraude, como hay quien llegó a afirmar en el pueblo.

Se ha mantenido de alguna forma la pequeña cocina de la casa del párroco Luis Zambrano, donde ocurrió el milagro. AUTOR: EL SECRETO DE LA CAVERNA.


La mayoría de los oliventinos creyeron que lo que tuvo lugar ese día fue todo un milagro y la propia Fernanda se muestra sobrecogida al recordar ese momento, que de algún modo marcó su vida. Según ella, no hay duda: aquello fue un prodigio, un hecho que fue posible por la intermediación divina. Pero, después de aquella intensa jornada, ¿qué sucedió? Según nos contó Fernanda hubo mucha procedencia ya que la norma era no alborotar al pueblo con el milagro.

Cuadro que se conserva en el mismo lugar donde ocurrió la multiplicación del arroz, recordando el milagro con Luis Zambrano y Leandra Rebollo. AUTOR: EL SECRETO DE LA CAVERNA


Las noticias llegaron al Obispado de Badajoz, que decidió poner la historia en manos del Vaticano. El papa Pío XII, para tratar de averiguar qué había sucedido realmente en ese remoto pueblo español, puso en marcha dos comisiones de investigación. Casi todos los indicios y los testimonios de los testigos, según las investigaciones, indicaban que se trataba de un prodigio divino, similar al que recogen los Evangelios, de la multiplicación de los panes y los peces. Este suceso sirvió para subir a los altares a fray Juan Macías pero lo que quizá nunca se sepa es si en realidad fue un milagro o tal vez fue producto de la intervención humana o simplemente de la capacidad de sugestión de algunas personas, movidas por su fe.

Otras fotografías:

Una olla de adorno que se conserva en esa antigua cocina, no fue de este tipo con la que se produjo el milagro, fue mucho más grande. AUTOR: EL SECRETO DE LA CAVERNA

El caso tuvo repercusión en la prensa, esta exposición de recortes de periódico lo demuestran: 
















[1] En la comarca de Olivenza se sigue manteniendo, en el ámbito del Derecho, una costumbre de origen medieval muy peculiar que respondería muy bien al dicho popular aquél de “lo mío es tuyo y lo tuyo mío”. Nos estamos refiriendo al denominado “Fuero de Baylío”, consistente en un régimen económico matrimonial según el cual todos los bienes aportados por los contrayentes se hacen comunes. Esto se extiende también a la posterior participación por la mitad al liquidarse la sociedad conyugal, como consecuencia de la separación, divorcio o muerte de uno de los cónyuges. Se trata de uno de los últimos reductos del derecho foral existente en Extremadura y afecta a un total de 19 municipios de la provincia de Badajoz.
 

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