MISTERIOS DE LA CODOSERA

LA CODOSERA. APARICIONES MARIANAS DE CHANDAVILA Y OTROS ENCLAVES RELACIONADOS CON EL MISTERIO






Apariciones marianas de la Virgen de los Dolores

Una de las apariciones marianas más famosas de Extremadura // arearestringidaovni.files.wordpress.com/

La Codosera es un pueblo extremeño de algo más de 2.200 habitantes situado al noroeste de la provincia de Badajoz, a 58 kilómetros de Badajoz capital, muy cerca de la frontera con Portugal, que posee un vínculo especial con el mundo del misterio y, en concreto, con el de las apariciones marianas. Cada 27 de mayo se conmemora, en el Santuario de Nuestra Señora de los Dolores de Chandavila, su patrona, las apariciones de la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de los Dolores. Son fiestas eminentemente religiosas y se celebran diversos tipos de cultos (procesiones, misas, rosarios, etc.), aunque también es un día para disfrutar del campo y de la belleza de su entorno natural.

La zona de Chandavila, en La Codosera, está marcada, sin duda, por ser un centro de poder en el que se han producido sucesos insólitos, de matiz religioso, y que tienen a la Virgen María como protagonista. El origen de esta historia no se sitúa hace varios siglos sino en los años de la posguerra, en concreto, en 1945, cuando tienen lugar las apariciones marianas de las que son testigos dos jóvenes del pueblo.

Todo se inició un 27 de mayo de 1945. La niña Marcelina Barroso y su prima Agustina González caminaban a las afueras de La Codosera, por un camino del paraje de Chandavila, en dirección a “El Marco”, un caserío cercano. Eran las tres de la tarde de un primaveral día. Mientras camina, Marcelina descubre una especie de bulto negro sobre un castaño. Al principio no prestó demasiada atención pero cuando regresaban al pueblo se volvió a acercar para ver qué era aquello. Frente a ese objeto, y muy asombrada, la niña descubre que es la figura luminosa de la Virgen de los Dolores rodeada de una brillante aureola. Es entonces cuando Marcelina entra en una especie de ensimismamiento pero su prima no percibe nada. Una vez que ya todo ha pasado echa a correr al pueblo para explicar lo sucedido a su familia.

Ocho días después, ante una multitud que ha decidido acompañar a Marcelina tras un mensaje de la Virgen, la niña entra en éxtasis y, en ese trance, la Virgen le pide que se erija allí una capilla en su honor. Los encuentros se repiten en varias ocasiones y la niña parece encaminarse a la vida religiosa. Finalmente, Marcelina ingresa en un colegio de monjas, se convierte en novicia y después en monja de clausura.

Sin embargo, Marcelina no es la única persona testigo de estas apariciones. Tres días después de la primera, y justo a las tres de la tarde, otra niña, Afra Brígido, es testigo de la aparición de la Virgen entre las nubes, algo que se repite al día siguiente, cuando se ha reunido más gente movida por la curiosidad.

Afra Brígida y Marcelina Barroso, las dos testigos principales de esa aparición 

El 17 de junio deciden ir las dos jóvenes al paraje de Chandavila y allí, ante la aparición mariana en el castaño, entran en trance y comienzan a caminar de rodillas hasta donde se sitúa la figura. Ambas conversan con la Virgen pese a que nadie salvo ellas ve nada extraño. La Virgen manifestó algunos secretos a Afra, que nunca se revelaron, y le predijo sufrimientos.

Las apariciones se repiten pero el momento culmen se vivió cuando, en presencia de gente, Afra, en trance, comienza a sufrir el Calvario de Jesús y se le aparecen llagas sangrantes en manos, costado y pies. A la vez, un aire perfumado –algo recurrente en este tipo de apariciones– invade el entorno. Aquellas llagas le acompañarían siempre y los médicos no supieron darle una explicación clara al suceso. Afra decidió dedicar su vida a realizar obras de caridad aunque no ingresó en un convento, como Marcelina.

Los donativos de miles de personas que creían a pie juntillas lo acontecido a estas jóvenes hizo posible, dos años después de las primeras apariciones, la construcción del santuario, en cuyo interior quedó el castaño divino, objeto de devoción popular en España y Portugal. El altar mayor de la iglesia y la talla de Nuestra Señora de los Dolores se construyen según las indicaciones que, supuestamente, la Virgen había dado a las jóvenes.

La devoción por la Virgen de los Dolores se multiplica a ambos lados de la Raya y cientos de españoles y portugueses acuden religiosamente cada 27 de mayo, fecha de la primera aparición, a este hermoso paraje cercano a la frontera para celebrar la romería en honor a esta advocación.

Las de Marcelina y Afra no fueron las únicas apariciones marianas, según lo atestiguan documentos históricos, que relatan cómo a otra niña, allá por 1870, se le apareció la Virgen en el mismo lugar y el cura del pueblo decidió celebrar allí varias misas.

La casa del miedo de La Codosera

La famosa "Casa del Miedo" de La Codosera, ya muy derruida // www.canalextremadura.es

Muy cerca del Santuario de Chandavila y del caserío de “El Marco”, a las afueras de La Codosera, próximo a la carretera que conduce a Portugal, se alza solitario, abandonado y rodeado de zarzales un viejo caserón medio derruido que es conocido por el apodo de “la casa del miedo”. Su nombre no es casual. Dicen los más ancianos del lugar que el inmueble, que –como decimos– está en ruinas, fue escenario de los más extraños fenómenos paranormales, que causaron pavor y caos entre sus primeros inquilinos.

Se cuenta que el primer dueño de la casona, a principios del siglo XX, fue el ganadero Manuel Estrella y sus hijos. La familia al completo lo pasó mal, según dicen, al ser testigos de excepción de una serie de circunstancias que escapaban de toda lógica. El fenómeno más representativo estaba relacionado con el movimiento de objetos, es decir, con lo que denominamos poltergeist. Algunos enseres cambiaban solos de lugar mientras que otros caían al suelo sin que ninguna mano humana las desplazase y rompiéndose en mil pedazos. María, la hija de Manuel, recordaba siempre cómo al llegar de la fuente solía colocar el rebosante cántaro en el poyete de la cocina. No transcurría ni medio minuto para que el recipiente se inclinara solo y se cayera al suelo. Se dio el caso, incluso, de que se elevaban en el aire enseres, que levitaban durante algún tiempo ante la atónita mirada de la desdichada familia.

¿Qué misterio paranormal esconde esta casa ya olvidada? // http://blogs.hoy.es/extremadurasecreta/


Ante el miedo en el que vivía la familia, sus integrantes tenían especial cuidado en cerrar ventanas y puertas por la noche. Curiosamente, al amanecer aparecían todas las cerraduras abiertas y la casa revuelta, con los objetos cambiados de lugar, como si varias personas hubiesen realizado un exhaustivo y silencioso registro. Hubo más fenómenos extraños, como panes que volaban solos o tejas que se movían con estrépito hasta caer al suelo. La vida en el caserón se convirtió para Manuel y su familia en una auténtica pesadilla.

La experiencia quizá más violenta de la que fue testigo Manuel ocurrió un día en que con su carro, tirado por mulas, pasaba cerca de la casa, con la intención de internarse en un camino que le llevaría al pueblo, a La Codosera. De repente, los animales de carga se paralizaron al llegar a la puerta de la casa y se negaron a continuar. Los gritos e insultos de Manuel no se hicieron esperar y justo en el momento en que Manuel se disponía a golpear a los animales con una vara recibió en la cara un par de sonoras bofetadas. El buen hombre se encontraba solo, sin nadie a quien poder atribuir ese gesto violento.

Todas estas historias sirvieron, sin duda, para que gran parte de los vecinos de La Codosera se hicieran eco de estos sucesos y crearan en torno al caserón una leyenda negra que perdura hasta la actualidad. Tanto es así que cuando Manuel y su familia abandonaron la casa, deseosos de poner punto y final a esta pesadilla, fueron muchos los lugareños que aseguraron que los fenómenos continuaron en esta casa abandonada. Se llegó a hablar de la presencia de siete fantasmas que solían aparecer en la casa y salir al exterior a atacar a la gente. Siempre ocurría, eso sí, en torno a la medianoche, en forma de siete cabezas que flotaban en el aire y se acercaban volando para espantar a las personas atrevidas, deseosas quizá de emociones fuertes.

Los lugareños llegaron a asegurar que era el mismísimo Satanás el que habitaba en la casona y que atacaba a quien osase internarse en ella. No sabemos si tendrá algo que ver pero desde el momento en que tuvieron lugar las apariciones de la Virgen en Chandavila, en el año 1945, los fenómenos paranormales en esta casa relativamente cercana cesaron. Se creyó que la intervención de Nuestra Señora de los Dolores había logra huir al Maligno. Es más, los siguientes inquilinos aseguraban que nada extraño había acontecido durante el tiempo en que vivieron en esa casa.

Los más escépticos a estas historias buscaron una explicación más racional. Y así, aunque hoy Chandavila es un lugar transitado y agradable, no siempre fue así. En la época en que tuvieron lugar supuestamente estos fenómenos paranormales era un lugar inhóspito y mal iluminado, transitado en su mayoría por contrabandistas que realizaban sus intercambios por allí. Recordemos que muy cerca, a pocos kilómetros, está la frontera con Portugal, y ese caserón podría convertirse en un cuartel general para los contrabandistas. Al necesitar tranquilidad en el lugar, para llevar a cabo esas transacciones comerciales al margen de la ley, se habrían inventado estas historias para evitar que los curiosos se acercaran a la zona. Sería su fórmula para ahuyentar a los lugareños.

Además, como lugar peligroso que era, causaba preocupación entre las madres de La Codosera el que sus hijos se acercaran por allí a jugar. Presuntamente, estas “historias para no dormir” serían divulgadas por estas mujeres del pueblo para que sus hijos sintieran miedo y no fueran a ese paraje. Pero, ¿dónde se encuadrarían entonces los testimonios de Manuel y su familia?



La leyenda de la huella de una mujer en una piedra

Ermita de La Lapa, La Codosera.

 Una de las rutas de senderismo que se pueden hacer por estas tierras es la de la ermita de La Lapa, excavada en una roca de la sierra de la Lamparona, justo en la frontera, a sólo un kilómetro del pueblo portugués de Besteiros. Toda esta zona fue un lugar de paso para contrabandistas y hoy, desde su posición elevada, es un hermoso mirador desde el que divisar la comarca de los Baldíos de Alburquerque. Durante la guerra civil y posteriormente, en época de bonanza del contrabando, mucha gente huyó de sus perseguidores a través de un túnel que hay detrás del altar, que llegaba hasta el otro lado del macizo rocoso. De hecho, la figura de esta divinidad, en portugués Nossa Senhora da Lapa, es conocida a ambos lados de la Raya como la “virgen de los contrabandistas”.

Existe una leyenda situada en este paraje y que tiene que ver con el matrimonio que, según cuentan, custodiaba la ermita. El marido y su esposa mantenían frecuentes riñas y desavenencias. Hasta tal punto llegaron las trifulcas que el marido mató a la mujer estampándole la cabeza contra la pared rocosa de la cueva. Al parecer, con tanta fuerza lo hizo que se ve, desde entonces, la huella de una cara trazada en la piedra. Quienes pasan por allí, y conocen la leyenda, creen ver la cara esbozada en la piedra de la cueva, cual si fuera el negativo de una fotografía.


 
La ruta "Ermita Virgen de La Lapa" es una de las más famosas que se pueden hacer si se visita La Codosera.







 

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