PROGRAMA 5X21 - LA SECTA EDELWEISS

EDELWEISS. La secta Edelweiss fue uno de los grupos organizados que se implantó desde finales de los 70 hasta finales de lo 90 en algunos lugares de España. Comandada por el ex legionario Eduardo González Arenas, él mismo se consideraba una deidad extraterrestre y sus ideas y abusos sexuales a menores se convirtieron en un grave problema para cientos de aquellos niños que fueron víctimas en muchas de esas escapadas a la montaña donde ocurrían los actos. Junto a la escritora Natalia Cárdenas nos adentramos un poco más en conocer las cosas que se hacían en este grupúsculo, ya que fue la autora del libro "yo Jugué con un Asesino" donde trata de forma novelesca la historia de cómo se desarrolla todo este entramado y el final que tuvo "Eddie" a manos de uno de los jóvenes.

LA MOMIA ATA. En las últimas semanas parece que se ha llegado a una posible explicación de la pequeña momia de solo 15 cm y que fue hallada en el año 2003 en el desierto de Atacama (Chile). Desde entonces, son muchas las voces que creen que es de origen extraterrestre pero ya se sabe que tiene un origen humano con una deformidad genética nunca vista. Explicamos lo último que se ha investigado a nivel científico.

NOTICIAS: Se subasta un manuscrito que perteneció a Newton donde se detalla la fórmula química de la piedra filosofal; Nuevo documento apócrifo evangélico sale a la luz sobre Noé y el después del Diluvio; Nuevos restos arqueológicos encontrados en el sur del Amazonas que pudieron ser de unas poblaciones nunca antes documentadas; Extraña grieta aparece en Kenia y se cree que podría partir el continente africano en dos.

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No es fácil dilucidar cuando se le mira a los ojos de una fotografía Eduardo González Arenas, conocido como “Eddie”, ¿qué pensaba realmente? Líder de una secta misteriosa como fue la de Edelweiss, a finales de los 80 y con unas ideas disparatadas que tenían que ver con los extraterrestres y con un plan tan maquiavélico como el rapto y abuso de niños. Son ingredientes tan picantes y elementos tan oscuros para la creación de un verdadero monstruo que dio miedo en los lugares de Ibiza donde se implantó aquella secta tan peligrosa liderada por un ser aterrador obsesionado quizá en demasía con el tema extraterrestre y con el abuso a menores.

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Eduardo González Arenas durante el juicio de 1991. // Fuente: El Pais

Un hombre de unos 44 años, de aspecto serio, cabizbajo, con traje azul y camisa blanca de cuello duro. Así nos lo contó el diario El País en un titular del 23 de octubre de 1991, condenado a 168 años de prisión por 28 delitos de corrupción de menores. Pero no actuó solo, Carlos de los Ríos, Ignacio de Miguel y otros siete hombres más fueron colaboradores de esa especie de campamento o grupo de montaña con un fin tan macabro y tan esperpéntico como el de acabar abusando de varios menores de entre 11 y 14 años. Una organización que tiene un nombre con un curioso origen que quizás nos diga mucho de la finalidad, de la fantasía de sus organizadores pero también de la inocencia: Edelweiss, el nombre de una flor que crece en alta montaña.

Curiosamente, esa flor de largas hojas con esa especie de órganos peludos o carnosos que tiene en su centro y que en algunas fotografías de Internet incluso aparece el efecto óptico como de una sonrisa. Una sonrisa infantil podríamos decir. Y es una especie protegida, una flor de leyenda, y tan protegida como deben estar esos niños de los que se abusó de mala manera cuando el pretexto de organizar aquel grupo de montaña era otro: hacer deporte, estar en contacto con la naturaleza, tener nuevas amistades,… lo normal en las vivencias de los campamentos que muchos de ellos se realizan en verano en nuestro país y en muchos lugares del mundo todavía siguen teniendo muy buena aceptación. Pues fíjense cómo estos desalmados se aprovecharon de esa ilusión infantil (porque niños de 10 a 14 siguen siendo muy infantiles y a veces inconscientes) y también se aprovecharon del permiso de sus familias que creían que esto iba a ser una experiencia más de aprendizaje y ocio para sus hijos. Pero se convierte en una pesadilla. Una pesadilla que dura desde la primavera de 1983 hasta el mes de noviembre de 1984. Niños que llegaron a ser sodomizados, obligados a mantener relaciones homosexuales pero que debían mantener esas acciones tan asquerosas en secreto. Y la finalidad de ese secreto era que así es como podrían ser elegidos por el líder de aquella secta, por Eddie, para alcanzar el planeta Delhais y librarse de un cataclismo nuclear (que nunca llegaría) anunciado con toda seguridad por entidades ajenas a nuestro planeta y que ocurriría en 1992.

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Flor de Edelweiss. 

Esos niños fueron para estas personas fáciles de escoger y de captar en las puertas de los colegios y parroquias cercanas al parque del Retiro en Madrid, algo que estaba muy de moda y casi que se convirtió en leyenda urbana con distintas interpretaciones pero todo con un fondo real. Aquella flor de Edelweiss se convirtió de alguna en un tesoro e inspiración para las historias con las que engañarían a aquellos niños y niñas como contarles que si la poseían podrían obtener poderes. Eddie se autonombraba como el príncipe Alain, y que fue enviado por fuerzas extraterrestres para llevar a estos infantes al Planeta de los Niños. Allí, según les contaba, solo podían entrar los elegidos, y allí era donde supuestamente conocerían el verdadero sentido de la libertad, el amor y la justicia. Si se dan cuenta, es como malinterpretar y envenenar historias con las que hemos crecido todos de pequeño como la de El Principito o Peter Pan y los Niños Perdidos.

¿Quiénes eran? Eran gente conocida, no eran extraños llegados de repente a un barrio y con aspecto sospechoso, aquellos captadores se valieron de ese estigma de pertenecer a una buena familia para hacer más fácil la captura y el convencimiento de aquellos padres que les costaba siempre en un principio ceder a sus hijos durante un largo tiempo y muy lejos de sus casas. En un tiempo en el que todavía los teléfonos móviles no estaban tan implantados en la juventud como ahora y que con un simple mensaje se pueda informar de todo lo que estés haciendo en ese preciso momento, uno no iba a pensar tampoco que aquellos muchachos que parecían tan confiados al principio, que eran como una especie de profesores de apoyo para aquellos niños, y realizaban reuniones con los padres con toda la naturalidad del mundo iban a tener una coartada basada en la religión y la ecología. Primero se instalan en un local que perteneció a la parroquia del Sagrado Corazón, en la plaza del Perú (Madrid). Y después se trasladan a un quiosco situado cerca de Palacio de Cristal del Parque del Retiro, conocido como La Cabaña. Estos fueron los dos lugares escogidos para comenzar esas primeras reuniones con aquellos jóvenes montañeros. 14 años de una misma forma de actuar, desde los años setenta hasta que se desarticula en 1984.

Dos condenas disciplinarias, 16 meses de arresto y una afición desmedida por lo paramilitar y los uniformes. (El diario El País lo cuenta así en un extenso reportaje del 29 de agosto de 2017). Y esa obsesión por el orden y por los rangos produjo que él dirigiera su propio cotarro dividido en jabatos –para los recién captados-, monitores –los instructores-, y fieles, senadores y siervos. Todo bien organizado y compuesto en una estructura piramidal en la que Eduardo González Arenas era el jefe y que secundaba muchas veces esa autoridad en Ignacio de Miguel y Carlos de los Ríos como sus jefes de hierro y ejecutores de sus ideas en su ausencia. Una ausencia que siempre era excusada como una partida o un viaje a ese mundo extraño de Delhais donde tenía aquella misión salvadora por la que era el líder.

El juicio para terminar de cerrar este caso de lo que parecía ser otra secta más dirigida por un grupo de locos pero con unos fines tan crueles que tenían que ver con el sexo con menores y con una película nefasta que se montó en su cabeza su líder, se celebra el mes de septiembre de 1991. Muchos de los jóvenes que vivieron aquellas noches horribles en medio de la excursión ya eran mayores de edad y les costó recordar lo que sufrieron. No es fácil llegar a esa sala, colocarte enfrente de aquellas personas de traje, ante la mirada atenta de tus verdugos y de personas que están pendientes de lo que vas a decir porque puede ser importante para castigar a esas personas que hicieron el Mal. No es fácil. Aquellas experiencias relacionadas con el sexo y con la obligación y lavado de cerebro con aquellas fantasías de que debían hacerlo para llegar a un mundo que no existía no tuvieron que ser fáciles de contarlas en aquella vista oral. Pero, el gran misterio de las sectas está en cómo se establece esa fe ciega en el líder o en las personas adultas que implantan esos mensajes y fantasías en la cabeza de los que son captados y muchos de aquellos niños y niñas también hubieran hecho lo imposible por seguir con la misión espiritual que se malvendió con Edelweiss. ¿Cuál era la verdadera finalidad?
El inspector de policía José Antonio Ávila fue crucial en desarticular toda esta operación de orden y arresto de Eduardo González Arenas y tres de sus lugartenientes el 4 de diciembre de 1984 justo cuando cenaban en un restaurante de Lisboa. Eddie ya fue detenido y condenado en 1976 por corrupción de menores por lo que las sospechas venían ya de muy atrás y aquel arresto llegó justo un día después de que el juzgado número 25 de instrucción de Madrid cursara una orden de busca y captura, difundida inmediatamente por la Interpol. De aquella operación el único que se escapó fue Ignacio de Miguel (uno de los principales instructores y captadores de las ideas de la secta), uno de los más cercanos a Eddie, o al príncipe Alain como así se autoproclamaba.




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A finales de 1970, Eddie fundó en Madrid el embrión de todas sus organizaciones posteriores y lo bautizó Asociación Juvenil de Montaña Edelweiss. Se reunían en el local cedido por el párroco de Nuestra Señora del Sagrado Corazón. Un año después, cambió el nombre del grupo por el de Boinas Verdes de Edelweiss y extendió su actividad a cuatro colegios y tres parroquias. Se distribuyeron por Cáceres, Alicante, Vigo, Canarias y Badajoz. Más de 500 adolescentes —de los que sólo seis o siete eran chicas— formaron parte de los Boinas Verdes en un periodo de cinco años. Nada más que 50 alcanzaron el ex­traño privilegio de ingresar en Edelweiss. Algunos Boinas Verdes se percataron, en 1975, de que su fundador se quedaba con el dinero del grupo, lo denunciaron a la policía primero y lo expulsaron después.

La sen­tencia —como en muchos casos de este tipo, llegó demasiado tarde— ayudaría a aclarar las cosas. Los 10 acusados fueron condenados como autores de 28 delitos de corrupción de menores. Eduardo González Arenas, a 168 años. Car­los de los Ríos e Ignacio de Miguel, a 65 años. Y el resto -Millán Arroyo Menéndez, Javier Bueno Huertas, Eduardo Gómez Balleste­ros, Antonio Gutiérrez Rodríguez, José Garrido Gil, Juan Iriarte Arrizabalaga y Javier Marcos Martínez- a 28 penas de seis meses de arresto mayor. El tribunal aplicó a los monitores la eximente de ena­jenación mental. Aunque la sentencia descartó que Edelweiss fuera una secta, sí admitía que había utilizado métodos parecidos y los acusados pudieron verse afectados por «indefensión intelectual y secuestro de la voluntad».

La periodista y escritora Natalia Cárdenas Rodríguez nos va a dar más detalles de esta historia porque ella escribió hace unos años un libro que se titulaba “Yo jugué con un asesino” y ahí se profundiza de una forma novelesca en el perfil de Eduardo Gonzáez Arenas y su secta Edelweiss.


ENLACES:
https://politica.elpais.com/politica/2017/08/29/actualidad/1504006030_167758.html
http://www.crimenycriminologo.com/2015/01/natalia-cardenas-yo-jugue-con-un-asesino.html
http://elojocritico.info/eduardo-gonzalez-y-edelweiss-la-secta-nazi-de-los-ovnis/















 

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