ARCHIVO OCULTO - EL PODER DEL SONIDO: UN SECRETO NAZI

En la sección ARCHIVO OCULTO del programa 1x05 de El Secreto de la Caverna, Marcos Casilda nos desvela un misterioso acontecimiento ocurrido en los Alpes alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.

¿Acaso los Nazis construyeron un arma sónica capaz de matar? ¿Tan poderoso es el poder del sonido? ¿Sigue usándose a día de hoy?




A principios de los ‘40, el doctor Richard Wallauschek desarrolló para la Wehrmacht un arma revolucionaria a la que denominó "cañón sónico".



Estaba formado por dos o más reflectores parabólicos interconectados que formaban una cámara de vacío en la que se cargaba el disparo. En ella se introducía una mezcla de oxígeno y metano que era detonada de forma cíclica. Las ondas de sonido producidas por cada una de las explosiones, generaban (por reflexión) una brutal onda de choque que creaba un estallido sónico de enorme amplitud.


Este curioso artefacto sería desplegado en el campo de batalla a lomos de un Panzer III, el blindado alemán más sofisticado en aquellos momentos. Pero por problemas logísticos, nunca llegó a instalarse.




Al acabar la guerra, como con tantos otros experimentos y artefactos desarrollados por la Alemania de Hitler, los rusos y estadounidenses se dividieron el pastel y continuaron las investigaciones del arma sónica por su cuenta.

El poder del sonido es enorme, pero los alemanes se equivocaron al explotar su fuerza. Actualmente, se sigue usando el sonido como arma, pero mediante la emisión de frecuencias específicas que provocan dolor a los seres humanos.

El dispositivo más conocido es el LRAD. Inicialmente usado en Iraq, es un  arma no letal diseñada para disolver manifestaciones y muchedumbres. Emite una serie de sonidos capaces generar un intenso dolor de oídos a las personas situadas a 100 metros de la fuente (generalmente un blindado de la Policía). Los manifestantes que estén a menos de 10 metros de ese blindado, sufren desorientación y mareos.




El LRAD es el heredero de los trabajos del doctor Wallauschek, pero no trata de matar a su objetivo, sino de controlarlo.

¿Hasta dónde vamos a llegar para controlar la mente humana?
 

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